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Actualizado: 25 de septiembre de 2025


Esta respiró, dirigiendo a Amaury una mirada de agradecimiento. No hablemos más de él dijo el doctor. Cítanos otro. Gastón de Sommervieux... Tampoco me desagrada, es tan noble y rico como franco, y tengo entendido que es un joven modesto, serio y de buenas costumbres. Ciertamente, pero ya que le enumeraron a usted todas sus cualidades podían haber añadido un defecto capital.

¿Os ofende? Me estáis enamorando. ¿Y hago mal suponiendo que eso sea? Eso lo sabréis vos. ¡Cómo! ¿que yo sabré si hago mal en enamoraros? , porque vos sabréis con cuánta lealtad, con cuánta razón podéis enamorar á una mujer á quien hace media hora que conocéis. La soledad tiene la culpa... Llamaré compañía... No; más bien si os desagrada mi atrevimiento, me iré yo.

Levemente frunció el ceño el novio, que no en vano había corrido cuarenta y pico de años de la vida cercado de gentes de festivo humor y fácil trato y huyendo de las escenas de lagrimitas y de lástimas y disgustos que alteraban por extraño modo el equilibrio de sus nervios, desagradándole como desagrada a las gentes de mediano nivel intelectual el sublime horror de la tragedia.

Don Juan vendrá á verte; eres demasiado hermosa para que no vuelva; don Juan sabe que le amas... y querrá hacerte su querida. ¡Oh! exclamó Dorotea. A nadie le desagrada el que le amen dos hermosísimas mujeres. Don Juan vendrá, pretenderá engañarte... Le despreciaré. No, no le desprecies; desespérale. ¡Desesperarle! ¿y cómo?

Lo que a me desagrada, o más bien me asusta, no son las mismas recetas, ya pronunciadas, ya escritas, en la tribuna, en el teatro, en los periódicos o en gruesos volúmenes, sino que la gente se apasione de lo que las recetas prescriben, mire en ello la más excelente panacea y se empeñe en aplicársela a la patria enferma, turbando el reposo de que necesita más que de nada para convalecer y recobrar la salud y el vigor antiguos.

Y en voz alta: pues siendo así, niña, creo que no debes hacer un desaire al señor de Miranda. Es todo un señor... y en política, ¡vamos, es mucho olfato el suyo! ¿A ti no te desagrada? Ya he dicho que no repuso Lucía, en tono más tranquilo. La misma tarde fue el Leonés a llevar en persona a Miranda la satisfactoria respuesta. Colmenar escribió al señor Joaquín una carta que tuvo que leer.

Todo lo que en ella es risueño, alegre y delicioso, desagrada á la mayor parte de las poblaciones españolas que no recibieron fuertemente la infusion del elemento arábigo.

No se atrevieron, sin embargo, a encender fuego por no llamar la atención de los salvajes que pudiera haber en aquellos espesos bosques, y se contentaron con comer galletas y sardinas ahumadas, a las que agregaron varios durions, frutas exquisitas, grandes como la cabeza de un hombre y erizadas de espinas muy agudas por fuera, pero que encierran una pulpa blanca delicada y de sabor exquisito, superior al de la piña y el mango; pero que tiene un olorcillo a madera quemada que desagrada mucho a los no acostumbrados a él.

Mi hermana se encuentra todavía a mi lado; ambas estamos muy inquietas porque se nos ha dicho que debemos dar alojamiento a Monseñor de Pradt, obispo de Poitiers, limosnero del Emperador, y más tarde arzobispo de Malines, tan célebre por su adulación y por su ingratitud con Napoleón, después de su caída. Me desagrada tener que hospedar a semejante personaje. Lyón, 26 de abril de 1805.

Pero Moratin habla como poeta, y no piensa que pueda haber una sociedad que busque, en las pocas memorias coevas, tradiciones ciertas de su infancia: porque en este caso los defectos que ridiculiza le hubieran parecido otras tantas recomendaciones. Si algo falta al autor de la Argentina es la nimiedad escrupulosa, que tanto desagrada al Terencio español.

Palabra del Dia

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