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Actualizado: 23 de julio de 2025
Una arruga surcaba su frente tan pronto como se trataba de esa criaturita, y ella, como amaba apasionadamente a su marido y temía que le tomara aversión a ella misma a causa del niño, se lo ocultaba lo más que podía. El niño se enfermó con escarlatina. Encontré a la madre de rodillas junto a la cama y derramando amargas lágrimas.
Y mientras bebían percatábanse de que la vida sobria que habían llevado hasta entonces no era sino una mentira, un engaño; de que la verdadera vida, la real, estaba allí, en aquellos lindos ojos bajos, en aquellas exaltaciones del sentir y el pensar, en aquel vaso que acababa alguien de romper, derramando sobre el mantel un vino color de sangre.
Lo que viene luego es la España teutónica y flamenca, convertida en una colonia de Alemania, sirviendo como un soldado mercenario bajo banderas extranjeras, arruinándose en empresas que nada le interesaban, derramando la sangre y el oro por los compromisos del llamado Sacro Imperio Romano Germánico.
Un año largo languidece la desventurada en su prisión, al cabo del cual recobra su libertad y emprende una peregrinación á Santiago. A su regreso llega á la aldea, en donde viven sus hijos, y los abraza derramando copiosas lágrimas. El Príncipe, mientras tanto, aunque convencido de su infidelidad, la ama, sin embargo, y rehusa obstinadamente casarse con la Princesa.
Despidiose de ellas a la puerta, subió con rapidez a un carruaje, y se hizo conducir, derramando abundante sangre, a casa de su colega y amigo Ahmed.
...y cuando venga la familia podrá ganar un sueldito ayudando en la casa. ¡Bueno, que si Anastasio no bebiera!... porque todo es la bebida, señor... La bebida o lo que sea... usted no debe dejarse maltratar. Si hasta ha querido llegar a matarme... dijo Ramona derramando algunas lágrimas. Ya ve, pues, no, es preciso que usted abandone a este hombre que, al fin y al cabo, ¿qué le da?...
Ser artista le colocaba por encima de sus amigos, muchachos sudamericanos sin otra ocupación que gozar de la existencia, derramando el dinero ruidosamente para que todos se enterasen de su prodigalidad. Con serena audacia, se lanzó á pintar cuadros. Amaba la pintura bonita, «distinguida», elegante; una pintura dulzona como una romanza y que sólo copiase las formas de la mujer.
Había en este entretanto vuelto Dorotea en sí, y había estado escuchando todas las razones que Luscinda dijo, por las cuales vino en conocimiento de quién ella era; que, viendo que don Fernando aún no la dejaba de los brazos, ni respondía a sus razones, esforzándose lo más que pudo, se levantó y se fue a hincar de rodillas a sus pies; y, derramando mucha cantidad de hermosas y lastimeras lágrimas, así le comenzó a decir: -Si ya no es, señor mío, que los rayos deste sol que en tus brazos eclipsado tienes te quitan y ofuscan los de tus ojos, ya habrás echado de ver que la que a tus pies está arrodillada es la sin ventura, hasta que tú quieras, y la desdichada Dorotea.
Junto al puente de Vizcaya había vaciado sus bolsillos, derramando un puñado de pesetas entre la chiquillería que miraba con cierto asombro á un señorito, con el sombrero echado atrás, andando á grandes pasos, como un loco.
Pasé muchas noches derramando lágrimas. Escribí a la señorita de Orleans para desengañarla y manifestarle todo mi pesar; ella me contestó mejor como amiga que como princesa, comprendiendo perfectamente la situación en que me encontraba.
Palabra del Dia
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