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De nuevo tornó a llorar Sancho, oyendo de nuevo las lastimeras razones de su buen señor, y determinó de no dejarle hasta el último tránsito y fin de aquel negocio. Destas lágrimas y determinación tan honrada de Sancho Panza saca el autor desta historia que debía de ser bien nacido, y, por lo menos, cristiano viejo.

Había en este entretanto vuelto Dorotea en , y había estado escuchando todas las razones que Luscinda dijo, por las cuales vino en conocimiento de quién ella era; que, viendo que don Fernando aún no la dejaba de los brazos, ni respondía a sus razones, esforzándose lo más que pudo, se levantó y se fue a hincar de rodillas a sus pies; y, derramando mucha cantidad de hermosas y lastimeras lágrimas, así le comenzó a decir: -Si ya no es, señor mío, que los rayos deste sol que en tus brazos eclipsado tienes te quitan y ofuscan los de tus ojos, ya habrás echado de ver que la que a tus pies está arrodillada es la sin ventura, hasta que quieras, y la desdichada Dorotea.

Pasaron ¡ay! pasaron las puras alegrias, Y errante y solitario por playas estrangeras Poeta peregrino, con quejas lastimeras, Al pais de mis recuerdos dirijo esta cancion. En vez de ornar con flores las cuerdas de mi lira, Pensando en Buenos Aires las riego con mi llanto, Y encuentro entre esas gotas amargas de quebranto En los recuerdos nobles viril consolacion. ¡Oh patria!

La naturaleza, lánguida y enclenque entonces, iba quedándose, como si dijáramos, en cueros vivos; las brisas eran más frescas, y en lugar del sonido armónico y majestuoso que formaban perdidas entre el follaje de junio, gemían lastimeras al chocar contra los escuetos miembros de los árboles; lloraban fatídicas, como si fueran la voz de la naturaleza que lamentara la pérdida de sus risueñas galas.

Gritos desaforados y lastimeras voces eran los que se oian en palacio; y todo cuanto se hacia para tranquilizarla era nulo, en lugar de aliviarla, escitaban mas y mas su furor.

Ya no sufría el torcedor de la voluntad; no exhalaba quejas lastimeras sobre sus pecados, sobre sus resoluciones vencidas, porque no amaba ya sus propias obras, por buenas que fuesen, como antes, sino únicamente lo Eterno. Porque las obras tienen su origen en la persona, y él se había despojado de la suya; la había negado con firmeza.