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Actualizado: 1 de julio de 2025
Respecto a la venida de tu hermano, nada puedo decirte, pero se me figura que todo lo ves negro. Hasta que no sepas cuál es su situación, no hay por qué apurarse. Si viniera a pretender, debías atreverte a pedir a papá que le recomendase a alguien. ¿Te enfadarás si te digo que tus temores me parecen tontos? ¿Ha de ser malo porque es cura? Indudablemente, esto es lo que se te ha ocurrido.
¿Sabes lo que se me ocurre en este momento? dijo de pronto, mirándome fijamente. Pues se me ocurre que debías entrar en casa y ser amigo de mamá... y de don Oscar. ¿Quién es don Oscar? le pregunté insidiosamente, pues, aunque vaga, ya tenía noticia de quién era y qué representaba este personaje en la casa.
Pienso que mi hijo ha muerto por ti, que aún viviría si no hubiese ido en busca tuya para recordarte que eras su padre y que te debías á nosotros... Y cuando pienso eso, te odio, ¡te odio!... ¡Has matado á mi hijo! Mi único consuelo es creer que, si tienes conciencia, sufrirás más aún que yo. Salió Ferragut de esta escena horrible con la convicción de que debía huir. Aquella casa ya no era suya.
Ya sabía que todavía no habías pasado lo último... A la verdad, después de lo sucedido, este golpe final no debe cogerte de sorpresa... Boto el freno, debías suponer dónde había de parar. ¿Y a mí, qué? exclamó el infeliz joven con la misma sonrisa, mostrando en todo su cuerpo una inquietud exagerada.
Es un ángel... un verdadero ángel. Debías ver cómo me cuida, de qué cariño me rodea. Conserva su geniecillo dominador; pero no es más que deseo de aislarme, de tenerme siempre cerca de sus faldas. Soy otro hombre, Luis. Esta tranquilidad no tiene precio. Estoy como el que descansa después de una marcha forzada; no me atrevo á moverme.
En mí, cada caricia un poco tierna ha ido siempre precedida de una petición de dinero, una deuda que pagar, una joven que dotar, un sobrino que establecer... «Hija mía, debías decir a tu tío...» ¡Oh! ya conocía la fórmula... Por eso mi corazón de niña, ávido de entregarse, se moría de asco; no he querido ya alrededor de mí más que mercenarios declarados, con los cuales, al menos, no me llevaba chasco. ¡Es triste!
Y firme en su ceguera de madre, que hacía caer toda la responsabilidad de los actos del espada sobre sus acompañantes, siguió increpando al Nacional. Ya le diré a tu mujer quién eres. La probesita matándose en su tienda, del amaneser a la noche, y tú yéndote de juerga, como un chaval. Debías tener vergüensa... ¡a tus años! ¡con tanto chiquiyo!...
-Lo que sé decir -dijo Sancho- es que sentí un olorcillo algo hombruno; y debía de ser que ella, con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa. -No sería eso -respondió don Quijote-, sino que tú debías de estar romadizado, o te debiste de oler a ti mismo; porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído.
Me dice demasiado, tía... Tiene una pupila demasiado incandescente para mis gustos... dicho sea con el respeto debido... Venus Ciprea... etc., etc. ¡Bah! ¿Qué sabes tú? Nada hay más engañoso que esos ojos... debías tener experiencia a tu edad... Generalmente, los azules son los peores... Y esa adorable americanita, miss Nicholson... un querubín con tres millones de dote... y esperanzas.
Muy pronto regalas dijo la Nela sofocando la risa . ¡Pendientes para mí!... Pero ahora se me está ocurriendo una cosa. ¿Quieres que te la diga? Pues es que tú debías venir conmigo, y siendo dos, nos ayudaríamos a ganar y a aprender.
Palabra del Dia
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