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Y firme en su ceguera de madre, que hacía caer toda la responsabilidad de los actos del espada sobre sus acompañantes, siguió increpando al Nacional. Ya le diré a tu mujer quién eres. La probesita matándose en su tienda, del amaneser a la noche, y yéndote de juerga, como un chaval. Debías tener vergüensa... ¡a tus años! ¡con tanto chiquiyo!...

Lindo es el montecito que domina por el Este a la ciudad, donde a brazo partido lucharon antaño, macana contra lanza y carne contra hierro, el jefe de los indios y el jefe de los castellanos, y de barranco en barranco abrazados, matándose y admirándose iban cayendo, hasta que al fin, ya exhausto, e hiriéndose con su propia macana la cabeza, cayó el indio a los pies del español, que se levantó la visera, dejando ver el rostro bañado en sangre, y besó al indio muerto en la mano.

El remedio ... ES MATARSE. Matándose, se habilita el banquero, el hombre muere honrado, y el padre lega esta honradez á su familia. ¿No es bastante? ¿Debe el pobre viejo dudar? ¿No dice bien el hijo? ¿No tiene razon Alejandro Dumas?

Ni una palabra más insistió el doctor . Le advierto que anoche casi demolió usted en la obscuridad una de nuestras máquinas voladoras al dar un zarpazo en el aire. Faltó poco para que cayese al suelo desde una altura enorme, matándose sus tripulantes. Después de esto, reconocerá que nuestro gobierno obra prudentemente al no tratarle con una confianza ciega.

El labriego tenía arado el bancal y relleno de semilla el surco. Podían los hombres seguir matándose; la tierra nada tiene que ver con sus odios, y no por ellos va á interrumpirse el curso de su vida. La reja había abierto sus renglones rectos é inflexibles, como todos los años, borrando el pateo de hombres y bestias, los profundos relejes de los cañones. Nada desorientaba su testarudez laboriosa.

Una joven había saltado por la ventana del convento, cayendo sobre unas piedras y matándose. Casi al mismo tiempo, otra mujer salía por la puerta y recorría las calles gritando y chillando como una loca. Los prudentes vecinos no se atrevían á pronunciar los nombres y muchas madres pellizcaron á sus hijas por dejar escapar palabras que podían comprometer.

Ella que sabía que me había devuelto a la vida, ¿habría destruido de un golpe el efecto de sus enseñanzas? Usted dice que, matándose, ha querido substraerse al mal; pero ¿cree usted que al hacerlo ha hecho bien?

Me creía Venus, me creía Helena pasando ante «el banco de los viejos». Y para entregarme sin escrúpulo á mis expansiones de madre, recordaba á mis ídolos. También Helena había tenido hijos, y los hombres continuaban matándose por ella. Venus no había escapado á la maternidad, y los dioses y los mortales seguían adorándola, á pesar de que un retoño suyo revoloteaba por el mundo.

Pues ved ahí lo que son las mujeres: ella no ha pensado ni un momento en el escándalo que iba á dar matándose. Pero explicadme... Ya os he dicho que estoy de prisa; por lo mismo quiero concluir pronto. Que la causa de su muerte se oculte; que su secreto se entierre con la infeliz, como el otro con el bufón. Se enterrará, se enterrará. ¿Pero dónde está Dorotea?