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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Peor es todavía quando me preguntan si Brama fué producido por Visnú, ó si ámbos son eternos. A Dios pongo por testigo de que no lo sé, y bien se echa de ver en mis respuestas. Reverendo padre, me dicen, explicadme como el mal inunda la tierra entera.
Yo, señora, soy vuestro humildísimo servidor que besa vuestros pies, Francisco Martínez Montiño. ¡Ah! ¿sois el cocinero mayor de su majestad? Sí; sí, señora. Pero explicadme... explicadme... porque no comprendo por qué os envía el Santo Oficio de la general Inquisición. Ni yo lo entiendo tampoco, señora. ¿Pero á qué os envían?
¡Escuchad, señor cura; vuestras explicaciones no son muy claras, y hay tanta vaguedad en mis ideas!... Todo esto es tan extraño continué como soñando. Por último, explicadme ¿por qué el amor excita vuestra indignación? Basta, Reina dijo el cura fuera de sí. Tienes un modo de formular las preguntas que es imposible responderte.
Palideció la abadesa. ¿Y serían capaces...? dijo. Yo no he dicho tanto. Pero tendréis algunas pruebas... No las tengo, pero las he visto. Seguid, don Francisco; pero explicadme. Ya os he dicho que mi amigo es enemigo, á causa de una dama, de don Rodrigo Calderón.
Pues ved ahí lo que son las mujeres: ella no ha pensado ni un momento en el escándalo que iba á dar matándose. Pero explicadme... Ya os he dicho que estoy de prisa; por lo mismo quiero concluir pronto. Que la causa de su muerte se oculte; que su secreto se entierre con la infeliz, como el otro con el bufón. Se enterrará, se enterrará. ¿Pero dónde está Dorotea?
¡Avergonzada! ¿y por qué? ¡Porque soy una mujer perdida! dijo la Dorotea , y se cubrió el rostro con las manos. ¿Pero quién ha dicho eso? replicó Montiño acercándose á ella y apartándole suavemente las manos de sobre el rostro. Lo digo yo. Pues decís mal, señora; yo os creo una mujer virgen. ¡Ah, explicadme... explicadme eso!
Quevedo salió y se encaminó á casa del duque de Lerma, en cuya portería escribió la carta en tres renglones que le abrió paso hasta el despacho del duque. Recibióle Lerma afablemente y le mostró la carta que acababa de leer. Explicadme esto, don Francisco le dijo. La explicación está en estos sangrientos papeles dijo Quevedo entregando al duque los que llevaba en la mano.
¡Explicadme, explicadme, señora! dijo el duque con cierta magnífica majestad, porque suponía que todo aquello no era más que un prefacio de costumbre. Si yo no hubiera necesitado de la protección de una alta persona, cuando Montiño me trajo de vuestra parte el regalo que tengo al cuello... ¡Ah, señora!
Para hacer una justicia, cuando ni el rey ni el duque de Lerma piensan hacerla. ¿Y cómo he podido yo estorbar?... Desde esta mañana hasta que vinísteis á palacio, no os habéis descosido del ajusticiado. ¡Ah! ¿se trata?... Del señor Juan Montiño; y en matarle, no sólo se venga á don Rodrigo Calderón, sino también á vos. Explicadme cómo se me venga matando á ese caballero.
De repente se levantó, asió una mano á doña Clara, la estrechó contra su corazón y exclamó: Explicadme, señora, explicadme este misterio que me vuelve loco. Cuando seáis mi esposo. Pero eso será pronto... ¿No me veis vestida de boda? la corona nupcial de mi madre, las joyas que llevó en una ocasión semejante, me adornan: á falta de traje á propósito la reina me ha regalado éste.
Palabra del Dia
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