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Actualizado: 23 de septiembre de 2025
Doña Clara decía: ¡Este sí que se puede decir cabello de oro! ¡Estos sí que son ojos de esmeraldas! La señora su vecina la desmenuzaba toda, y hacía pepitoria de todos sus miembros y coyunturas. Y llegando a alabar un pequeño hoyo que Preciosa tenía en la barba, dijo: ¡Ay, qué hoyo! En este hoyo han de tropezar cuantos ojos le miraren.
Su nariz destilaba menos que las de sus compañeras de oficio, y sus dedos, rugosos y de abultadas coyunturas, no terminaban en uñas de cernícalo. Eran sus manos como de lavandera, y aún conservaban hábitos de aseo. Usaba una venda negra bien ceñida en la frente; sobre ella pañuelo negro, y negros el manto y vestido, algo mejor apañaditos que los de las otras ancianas.
"Y en cuanto a lo del punto por bajo, miente la bellaca, que soy bien trabado de miembros y muy astreñido de natura que nunca por jamás me permitió hacer tal desaguisado, y por tal todas mis coyunturas y entrecijos huelen a estoraques y canela y estoy a prueba y pago la estrena. Non curo que vos podáis sofrir semejante espulgo si no es que don Lucifer fuese el husmeador.
A la muerte de su padre heredó 40.000 reales de renta que, unidos a la viudedad de su madre, les consintió vivir con bienestar en la corte. La joven viuda no quiso contraer nuevo matrimonio, aunque no le faltaron buenas coyunturas para ello.
Para practicar su culto se juntan en la tienda del hechicero, el cual está escondido en un rincon de ella, donde tiene un pequeño tambor, una ó dos calabazas rodeadas de conchas, y algunas bolsas de piel pintadas, en que guarda los materiales de sus encantos: comienza la ceremonia haciendo un gran ruido con el tambor y calabazas; finge luego una epilepsia en que lucha con el diablo, que supone entra en él, teniendo los ojos levantados, las facciones torcidas, echando espuma por la boca, y sus coyunturas descompuestas; hasta que despues de varias y violentas mociones, queda recto y en disposicion de un hombre que se halla con epilepsia: despues de lo cual vuelve como que ha ganado la batalla contra el demonio, fingiendo dentro de su tabernáculo una voz desmayada, chillona y dolorida, como si fuera de un mal espíritu que se supone vencido; y finalmente, tomando una especie de asiento en tres pies, responde de allí á todas las cuestiones que se le proponen: que sea bien ó mal nada quiere decir, porque en caso de suceder lo último, se echa la culpa al demonio.
¡Este capón no tiene coyunturas! exclamaba el infeliz, sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara!
Con este desorden en el organismo, manifestó cierta volubilidad de carácter, completándose el cuadro del que los médicos dicen estado artrítico, amén de otros síntomas que llaman sucios, hasta que por fin estalló la enfermedad, fijándosele el dolor en un pie, que se le puso hinchado, de color rojo y con las coyunturas muy sensibles.
Gracián llegó al coro, y arrodillándose junto a la barandilla, oró en silencio, con las manos sobre los hierros y la frente en las coyunturas. ¿Se creía ya salvo y seguro? ¿Daba gracias o le pedía misericordia? ¿Le ofrecía su vida, aceptando gustoso su martirio, que ni buscaba ni rehuía para que fuese más meritorio? Imposible será sondear aquella alma en momentos de tanta turbación.
Este capón no tiene coyunturas, exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.
Contaba el padre Alelí, historiador desmemoriado y chocho, que aquella noche estuvo D. Benigno durante seis horas seguidas sin moverse de su asiento, con los ojos fijos en las puntas de los pies, y el puño en la mejilla, y tal fue, añade, la duración de su éxtasis, cavilación o modorra, que al dejar aquella actitud tenía marcadas las coyunturas en los rojos mofletes de su cara, y el codo había dejado un hoyo profundísimo en el cojinete del brazo del sillón.
Palabra del Dia
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