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Actualizado: 11 de junio de 2025
Seguro de apresarla en totalidad, ya porque quisiera hacerlo con menos efusión de sangre, ya porque pensara estrecharle poco á poco, se contentó con asegurar la boca del canal, dejando descansar á sus tripulaciones; y en tanto, el inteligente corsario con las suyas y el refuerzo de 2.000 trabajadores, generosamente pagados, abrió canal por donde no lo había.
Cuando comencé a escribir, a mi tía Úrsula se le ocurrió dictarme párrafos del gran libro de la familia, y todavía conservo, por casualidad, un pliego en papel de barba, escrito por mi inhábil mano, con letras desiguales, que dice así: «El capitán de barco, Martín Pérez de Irizar, hijo de Rentería, cuando volvía de Cádiz de cargar un galeón de mercaderías, se encontró en alta mar con el corsario francés Juan Florín, cuyo nombre espantaba a cuántos salían al mar.
Dijo el Corsario, y en su altiva frente Relámpago de luz cruzó luciente Como una exalacion. Volvió á la popa, y se acostó en su asiento, Y en medio de la música del viento Tranquilo se durmió. La aurora aparece con dulce sonrisa Y llena de aromas la atmósfera está, Hermosa goleta que impele la brisa Surcando va el agua del gran Paraná.
Cuando estudiaba esta gran figura, que realzaba maravillosamente la idea que se tiene en general de un corsario, y aun de un pirata, la señorita Margarita me suplicó que entrara. Halléme entonces frente á un viejo flaco y decrépito, cuyos ojos conservaban apenas una chispa vital, y que para acogerme, tocó con mano temblorosa el bonete de seda negra que cubría su cráneo luciente como el marfil.
¡Oh! no, no, señora exclamó la señora de Aubry aplaudiendo esta atrevida metáfora. El honor y la gloria son muy bellos en las novelas; pero yo prefiero con mucho un buen carruaje. Sí, ciertamente, y es lo que decía esta mañana al general, al venir hasta aquí: ¿es verdad, general? Hum refunfuñó el general, que jugaba tristemente en un rincón, con el antiguo corsario.
El rebenque, cayendo sobre las espaldas de los forzados, acrecentó su fuerza locomotora, y el corsario logró escapar de la persecución, aunque sin arribar a Argel, sino llegando en su fuga hasta cerca de las costas de Málaga. Desde este puerto, divisaron el bajel corsario barcos de guerra de Castilla que salieron a darle caza.
Cuenta Periandro el suceso de su viaje. "El principio y preámbulo de mi historia, ya que queréis, señores, que os la cuente, quiero que sea éste: que nos contempléis a mi hermana y a mí, con una anciana ama suya, embarcados en una nave cuyo dueño, en el lugar de parecer mercader, era un gran corsario.
Ruge el viento enfurecido En la blanquecina vela, Mientras ligero revuela Del corsario el pabellon. Sentado un hombre en la popa El ancho rio admirando Meditabundo fumando, Entre una nube se vé: Es su frente ancha y altiva, Es tostado su semblante, Es su mirar penetrante Y su brazo de temer.
Desgarradores fueron los gritos que en aquella ocasión lanzó donna Olimpia, al considerar que se ahogaban sus más bellas esperanzas. Donna Olimpia tuvo, sin embargo, que callarse, porque el corsario, brutal e iracundo, la amenazó con arrojarla también al mar si no se callaba. De lo que ocurrió al día siguiente ya hemos dado cuenta. Ya sabemos cómo el corsario pagó de una vez todos sus delitos.
Abuelo dijo la señorita Margarita levantando la voz; es el señor Odiot. El pobre viejo corsario se levantó un poco de su sillón, mirándome con una expresión apagada é indecisa. Me senté á un signo de la señorita Margarita, que repitió: El señor Odiot, el nuevo intendente, abuelo. ¡Ah! buen día, señor murmuró el anciano. Siguió una pausa del más obligado silencio.
Palabra del Dia
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