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Actualizado: 11 de junio de 2025


Advirtió que en vez de las miradas respetuosas y de la cortesía que con él se usaba, comenzaban sus vecinos a adoptar una actitud grosera, haciéndose los distraídos o volviendo la cabeza cuando él pasaba. Al cruzar por delante de algún corrillo, creyó percibir risas comprimidas. ¿Qué le tocaba hacer en este caso?

Confundidos frecuentemente con el comun de la sociedad, se les ve en la mesa redonda del hotel, en el corrillo de la calle ó del café, en al parterre del teatro ó en la diligencia de viaje, muy contentos de alternar familiarmente con todo el mundo. en los cafés á muchos nobles discutiendo afectuosamente con estudiantes y periodistas, y siempre mostrándose tolerantes.

Al pié de María estaba un corrillo de noticieros de bolsa propalando mil mentiras sobre la cuestión de Italia, y enfrente de un Cristo de grandes dimensiones debatian los agiotistas y jugadores de bolsa sus tratos sobre el tres por ciento, el cuatro y medio, las primas, las acciones de ferrocarriles, etc.

«Estarás muy cansada, siéntate decía doña Casta a su hija, armando el corrillo . ¿Cómo va eso?». Hoy han estado probando el gas en la nueva tienda. Será una cosa espléndida. Ya están llegando cajas de novedades, cosas, ¡ay!, por ejemplo, tan bonitas, que en Madrid no se ha visto nada igual. Aquí no saben poner escaparates.

«Don Santos Barinaga, el rival mercantil de La Cruz Roja, la víctima del monopolio ilegal y escandaloso de doña Paula y su hijo; el pobre don Santos, se moría sin remedio, según don Robustiano Somoza, el médico de la aristocracia cuyas ideas no eran sospechosas». ¿Y de qué dirán ustedes que se muere? preguntaba Foja en un corrillo, delante de la catedral, al salir de misa de doce.

Poco sobrevivió á esta feroz proeza, que le valió el epíteto de Doña María la Brava; pero más de un siglo los bandos que de ella nacieron entre los caballeros salmantinos ligados con una ú otra familia, á los cuales se dice servía de línea divisoria, rara vez hollada, el Corrillo de la Hierba, explicando este título, allá como en Zamora, por lo solitario y medroso del sitio.

¿A quién debe aquel orador de café, que perora sobre la intervención extranjera, sus vastos conocimientos acerca de las intenciones de Luis Felipe, sino a los periódicos? ¿Dónde habría aprendido aquella columna de la Puerta del Sol, que hace la oposición de corrillo en corrillo, lo que es un tory y un whig, y un reformista, y lo que puede una alianza, sobre todo si es cuádruple, y una resistencia, sobre todo si es una? ¿Dónde aprendería, siendo español, lo que es progreso? ¿En qué libro encontraría lo que quiere decir un ministro responsable, y una ley fundamental, y una representación nacional, y una fantasma? ¿En qué universidad podría aprender la sutil distinción que existe entre las fantasmas que matan y las que no matan?

Item, que todo poeta á quien sus versos le huvieren dado á entender que lo es, se estime y tenga en mucho, ateniendose á aquel refran: ruin sea el que por ruin se tiene. Item, se ordena que ningun poeta grave haga corrillo en lugares públicos, recitando sus versos, que los que son buenos en las aulas de Atenas se havian de recitar, que no en las plazas.

Una tarde estaban doña Lupe y Fortunata en la sala cosiendo unas anillas a las magníficas cortinas de seda con que se había quedado la señora por préstamo no satisfecho, cuando Papitos, que se había asomado al balcón para descolgar la ropa puesta a secar, empezó a dar chillidos: «Señoras, vengan, miren... ¡cuánta gente!... Han matado a uno». Asomáronse las dos señoras y vieron que en la parte baja de la calle, cerca de la esquina de la de San Carlos, había un gran corrillo que a cada momento engrosaba más. «Hay un cadávere difunto allí en mitad de la gente» gritó Papitos que tenía medio cuerpo fuera del balcón.

A ver qué os parece esto de la Constitución dijo sentándose, mientras se formaba corrillo en torno suyo . Ya sabéis que el asno hilvanador del <i>Diccionario manual</i> decía que la Constitución será <i>una taracea de párrafos de Condillac cosidos con hilo gordo...</i> Pero mirad antes cómo defino el <i>Cristianismo</i>. Digo así: «Amor ardiente a las rentas, honores y mandos de la Iglesia de Cristo.

Palabra del Dia

rigoleto

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