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Actualizado: 20 de junio de 2025


En la última procesión que vimos el año 1876, contamos 19 pasos, conteniendo algunos de ellos en sus plataformas hasta 12 figuras de tamaño natural profusamente recargadas de valiosos metales y preciosas telas. La verdad histórica, volvemos á repetir, está completamente olvidada en aquellas figuras.

Si nos come delante de algunas damas, tenemos traza para rascarnos en público sin que se vea; si es en el muslo, contamos que vimos un soldado atravesado desde tal parte a tal parte, y señalamos con las manos aquellas que nos comen, rascándonos en vez de enseñarlas. Si es en la iglesia, y come en el pecho, nos damos sanctus aunque sea al introibo.

En todo caso, contamos con usted, capitán; a mi marido le encantará recordar con usted los buenos tiempos, como él llama a aquellos en que estaba soltero. Muy amable para ti, mi pobre Jenny. Tiene cuidado de añadir que echa de menos, no el celibato, sino el uniforme... Eso lo comprendo. ¿Por qué le has hecho presentar la dimisión? ¿Querías que fuese siguiéndole de guarnición en guarnición?

Con su exquisito régimen higiénico, con su dieta herbívora, y con su prudente y morigerada conducta, prolongan mucho la vida. Aquí no contamos por decenas sino por docenas. El término natural y ordinario de la existencia, es aquí de una gruesa de años o dígase de ciento cuarenta y cuatro. Cuando alguien por accidente muere antes, decimos que se malogra.

Algunos fueron a recibirnos con júbilo creyendo que volvíamos cubiertos de gloria, y en breves palabras contamos lo ocurrido. La gente entusiasta y patriotera no quería creer que el valiente Renovales fuese un majadero. Por desgracia, de esta clase de héroes hemos tenido muchos. Luego que descansamos un poco, después de poner el pie en tierra, fuimos a presentarnos a las autoridades de la Isla.

La Infanta Doña Margarita María, primer fruto del matrimonio de Felipe IV con la tiesísima señora a quien acabamos de mencionar, esta retratada por Velázquez en Viena a los dos o tres años, con rico traje rojo y plata: y a los seis o siete con un traje muy parecido al que tiene en el cuadro de Las Meninas: en el Louvre de cuatro o cinco, vestida de blanco con encajes negros, y en Francfort a los seis o siete de gris y negro, siendo en todas estas imágenes, porque no contamos las apócrifas, una de las figuras más simpáticas que Velázquez trazó.

Usted creerá haberme aplastado preguntando: «¿Dónde está el capital?...». Se hacen figurar todos esos millones y más si se desea en los Estatutos, y sobre todo en las vidrieras y el rótulo, con letras de a dos palmos. Pero en realidad se empieza con treinta o cuarenta mil pesos... Y también me dirá usted: «¿Dónde están?...». El señor Kasper, que tiene en gran aprecio a Martorell y cree en el negocio, promete traerlos. Además, contamos con los buenos señores que entrarán en el Directorio... Siempre se encuentran media docena de tenderos deseosos de figurar al frente de un Banco. Gusta mucho poder decir a los amigos: «Esta tarde tengo sesión de Directorio». Da importancia escribir a los parientes de Europa, a los papanatas de la tierra, en el papel del Banco con un membrete que impone respeto, en el que se consignan los millones del capital y las operaciones del establecimiento. El catalán, que «conoce el corazón humano» y es gran aprovechador de vanidades, tiene echado el ojo desde su viaje anterior a unos cuantos compatriotas.

No hablo de sus amigos, entre los que nos contamos, pues la autoridad que pueden tener sobre usted es muy débil comparada con la de esas dos mujeres que tanto han llorado por usted. Existe ademas otra afección que puede tener una influencia decisiva en la vida de un hombre. Y aun esa es preciso que el que la provoca, la sienta.

Los pechos de estos fueron conocidos Cuando despues se hubieron rebelado En Santa-Fé, en aquel levantamiento, De que yo en su lugar la verdad cuento. De allí de Chalamarca pues envia Despachos el Virrey, como contamos, Al Rio de la Plata, que temía El mal que en esta historia ya apuntamos.

Desde la rodilla reinaban unas medias calzas de mal pardillo, condecorado con los cuatro títulos de revuelto, roto, raído y remendado, y con esto y un mal gabán pasado con mangas por los hombros se cumplía la buena traza de aquella persona, si es que no contamos un zurroncillo como de pastor que le adornaba las espaldas.

Palabra del Dia

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