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Actualizado: 19 de junio de 2025
Y san Agustin confiesa, que la infalibilidad la atribuye á los libros sagrados; pero que en cuanto á las obras de los hombres, por mas alto que rayen en virtud y sabiduría, no por esto son mas obligados á tener por verdadero todo cuanto ellos han dicho ó escrito. Pág. 142.
¡Ah, con ninguno! ¿Entonces conviene usted en que es un hombre atrevido, intratable, digno de que le vierta toda la cerveza de esta botella por el cuello abajo? Convengo. ¿Confiesa usted, además, que es un novio fastidioso, antipático, pesado, insufrible? Lo confieso. ¿Promete usted enmendarse y no decir en adelante a Clara más que palabras suaves y cariñosas? Lo prometo. Está bien.
Sánchez Morueta, hablaba á su primo con la cabeza baja, como un criminal, que, con voz sorda confiesa su crimen, y únicamente cerrando los ojos adquiere la fuerza necesaria para seguir mostrando su conciencia. Había sido un miserable. Le repugnaba el recuerdo de su debilidad, las lágrimas con que había mojado durante toda la noche el cuello insensible de aquella mujer.
No vacila, sin embargo, en cumplir su palabra: comienza la lid; el Conde es desarmado, y confiesa que ha levantado la calumnia contra la Duquesa por vengarse del desdén, con que acogiera su amor; pero á consecuencia de este acontecimiento, el Duque amenaza con su cólera al calumniador vencido, á quien defiende Rodrigo, correspondiendo de esta manera á los favores que le debe.
¿De qué medios se valieron los propagadores del cristianismo? De la predicacion y del ejemplo confirmados por milagros. Estos milagros, la crítica mas escrupulosa no puede rechazarlos; que si los rechaza, poco importa, pues entónces confiesa el mayor de los milagros, que es la conversion del mundo sin milagros.
Y había continuado diciendo lo que en sustancia era esto: «No debía ella acudir allí sólo a pedir la absolución de sus pecados; el alma tiene, como el cuerpo, su terapéutica y su higiene; el confesor es médico higienista; pero así como el enfermo que no toma la medicina o que oculta su enfermedad, y el sano que no sigue el régimen que se le indica para conservar la salud, a sí mismos se hacen daño, a sí propios se engañan; lo mismo se engaña y se daña a sí propio el pecador que oculta los pecados, o no los confiesa tales como son, o los examina de prisa y mal, o falta al régimen espiritual que se le impone.
Admitid estas proposiciones, y retorcedlas contra ellos de la manera siguiente: esta comprension de causas que contiene todos los géneros ó todas las formas bajo las cuales son dados todos los efectos, cuyas apariencias confiesa ver el escéptico, pero cuya esencia real asegura ignorar; esta comprension de causas se halla en la primera verdad que las comprende todas, y donde todas están contenidas hasta las últimas.
¡Qué azor ni qué coliflor, hombre de Dios! exclamó Cobo soltando una insolente carcajada . Confiesa que has metido la patita y dí que no lo volverás a hacer. El despecho, la ira del joven concejal no tuvieron límites. Todavía luchó algunos momentos con palabras y ademanes descompuestos.
Confiesa tu grave falta de aquellos tiempos, cuando contabas treinta y cinco años... y ten valor para decirle: «Sr. D. Frasquito, yo quise a un guardia civil que se llamaba Romero, el cual me tuvo trastornada más de dos años, y al fin se negó a casarse conmigo...». Vamos, mujer, no es para que te pongas como la grana. Después de todo, ¿qué ha sido ello? Querer a un hombre.
Ahora confiesa todas las semanas y comulga todos los domingos, y por eso no gusta de ver a las gentes que la han conocido en tiempos en que, más que ir a misa, agradábale acudir a una cita. Poco deseoso Delaberge de sostener una conversación que comenzaba de este modo, hizo ademán de proseguir su camino, cuando la Fleurota, poniéndose en pie, añadió sonriendo con malicia.
Palabra del Dia
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