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Actualizado: 19 de julio de 2025
La descripción de su locura es, sin disputa, de lo más magistral y poético que se ha escrito; finalmente, libre ya su alma del delirio que la embargaba, confiesa á Jesucristo y consigue del apóstol, que, al final del drama, recibe el martirio, la anulación de su pacto con el Diablo .
Con esto la filosofía confiesa su debilidad, es cierto; pero ¿no manifiesta tambien su alcance, viendo que de un fenómeno á otro hay distancia inmensa, y que no puede haber entre ellos mas punto de comunicacion que el establecido por la misma mano del Todopoderoso?
Mientras el hijo y la hija se entregan á todo linaje de excesos y maldades, el padre ataca á los ladrones y el hijo muere en la batalla; y al invocar el auxilio de la cruz se presenta un piadoso obispo que lo confiesa, requisito indispensable y conocido, con arreglo á las creencias católicas, para alcanzar la bienaventuranza.
Si yo la preguntara quién es esa mujer, ¿qué me contestaría usted? La rusa respondió con firmeza, fijando sus ojos en los del juez. Soy yo. ¡Ah! ¿confiesa usted? exclamó Ferpierre. ¡El otro día se ofendía usted de mis sospechas!... ¡Bien! Ahora dígame: ¿cuándo se efectuó ese cambio de relaciones entre ustedes? Cuando él vino a Zurich. ¿Vino expresamente por usted? No. ¿Por qué entonces?
Repito que en el fondo los silogismos no son diferentes. La mayor de Descartes es: «nada puede pensar sin existir.» No la prueba, y confiesa que no se puede probar.
Al pasar junto al sitio donde Juan estaba escondido, Diana decía en son de burla: Te digo que has observado una conducta deplorable, lo cual es de extrañar en ti, que eres tan reservada generalmente. Has bailado tres veces con Huberto Martholl y flirteado con él toda la noche. ¡Vamos, confiesa que te gusta!
El dueño del anteojo no contestó nada. Semiavergonzado el preguntón, mironos a todos los que rodeábamos al señor del anteojo, con cara de cretino como un individuo que se confiesa en una posición falsa. Pero nuestro hombre no era individuo de ceder a dos tirones y reincidió. ¿Me quiere dejar mirar un momento? El dueño del anteojo tampoco contestó esta vez.
Gabriel, á pesar de esta traición, no pierde su serenidad: confiesa aparentemente el engaño; y ya creen los jueces haber encontrado la verdad, cuando el imperturbable aventurero los extravía otra vez con sus conversaciones, de tal modo, que llegan á dudar si será ó no el verdadero Rey, haciendo creer también á sus partidarios que se ha negado á sí mismo.
Además prosiguió don Fermín hay señoras que se tienen por muy devotas, y caballeros, que se estiman muy religiosos, que se divierten en observar quién entra y quién sale en las capillas de la catedral; quién confiesa a menudo, quién se descuida, cuánto duran las confesiones... y también de esta murmuración se aprovechan los enemigos. La Regenta se puso colorada sin saber a punto fijo por qué.
Confiesa que yo no podría hacer la dicha de un hombre inteligente y bueno como Muñoz. Confiésalo, por favor. No quieres decirlo, pero te pones colorada. Sí, ya sé que por lealtad amistosa le has ocultado esto que tú no puedes dejar de pensar. Pero es preciso decir la verdad alguna vez. La verdad es santa.
Palabra del Dia
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