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Actualizado: 12 de julio de 2025
Y si soy un miserable, ¿por qué me amas? ¡Don Juan! exclamó Dorotea con la voz trémula, ardiente, opaca, y la mirada ansiosa, fija, concentrada en los ojos del joven ; ¡don Juan! ¡mira no mientas involuntariamente! No, no; te amo dijo don Juan estrechándola contra su seno. Dorotea pugnó por desasirse. Sólo á ti amo murmuró el joven en su oído. Dorotea rompió á llorar.
Siguió hablando en un tono arrullador, aproximándose más á ella, casi en su oído, aspirando el perfume de la boa de piel que llevaba en el cuello y parecía guardar concentrada toda la esencia de su cuerpo.
Y yo, con la buena enseñanza cristiana que he mamado, tengo en el alma este otro propósito: «Haz lo que debas y suceda lo que suceda.» ¡Hola! ¡ya caigo! dijo con concentrada ira el guarda. Mañana me voy; no volverás á verme; ¡pero por estas que me afeito, que te acordarás de mí mientras memoria tengas! Diciendo esto, el guarda se alejó rápidamente y desapareció entre los olivos.
Concentrada su ambición entonces en punto concreto y tangible, era mucho más intensa; la energía de su voluntad no encontraba obstáculo capaz de resistir en toda la diócesis.
¡Rezad á Dios por el alma de un difunto! exclamó con voz concentrada el bufón ¡rogad á Dios! cocinero de su majestad. ¡Cosme Aldaba! exclamó Montiño, y cayó de rodillas y con las manos juntas á los pies del bufón. «Un clavo saca otro clavo», se dice vulgarmente. Un nuevo terror disipó el anterior terror de Montiño.
Pero, hombre, castigue usted a ese animal gritaba don Fermín al cochero . Mire usted que voy calado hasta los huesos... y quiero llegar pronto a mi casa. El cochero, ante la perspectiva de una propina, descargó dos tremendos latigazos sobre los lomos del rocín, que vino a pagar así la ira concentrada por tantas horas en el pecho del Provisor.
Dorotea le miraba, le sonreía, y le mostraba una hermosísima mano. De una manera irreflexiva, dominado por la situación, por la magia poderosa que se desprendía de Dorotea, por aquella voluptuosidad concentrada, por decirlo así, don Juan cayó de rodillas, y asió la mano de Dorotea y quiso llevarla á sus labios. Pero Dorotea la retiró.
La escasa claridad que llegaba de la nave y los destellos amarillentos y misteriosos de la lámpara de la capilla se mezclaban en el rostro anémico de aquel Jesús del altar, siempre triste y pálido, que tenía concentrada la vida de estatua en los ojos de cristal que reflejaban una idea inmóvil, eterna.... Cuatro o cinco bultos negros llenaban la capilla.
¿Por qué me palpas, abuelo? ¡Si no tengo nada en la cabeza!... No me he caído. ¡Oh, sí!... ¡Aquí está! ¡aquí está! exclamó con expresión concentrada de rabia y de dolor el ingenioso Sánchez. ¡No, no! ¡No hay nada! De veras no tengo nada, abuelito.
El color del gitano español, único tipo de esa raza que hasta ahora he visto, es semejante al de una pasta de café bruñida, por regla general, aunque algunos tienen una tinta mas oscura, Labios muy delgados, llenos de astucia y malicia, mirada rápida, movimientos fáciles, y en toda la persona un aire de tristeza profundamente concentrada; un no sé qué sombrío, algo que parece vacilar entre la indiferencia y el desden, el odio y el pesar: tales son sus rasgos. ¡Pobre raza, llena de cualidades enérgicas, que la Europa no ha pensado en educar y mejorar, sino en proscribir, condenándola á los vicios de la vida nómade! ¡Qué de misterios en esa extraña raza, perpetuándose sola al través de los siglos, como privada de la atmósfera común de la civilizacion, y sin patria ni hogar!
Palabra del Dia
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