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Actualizado: 24 de octubre de 2025


Con semejante temperatura, ¿quién había de tener ganas de comerse la pitanza? Por fin, a eso de las cuatro de la tarde, la refrigerante brisa marina comenzaba a correr, dilatábanse los oprimidos pechos, los dientes funcionaban despachando los humildes manjares, y le tocaba su turno a la lectura política. Leíanse publicaciones de Madrid y periódicos locales.

Lleno de furor todavía iba á comerse la pechuga de un excelente pollo guisado, quando cogiéndole el Indio de la mano, le dixo en tono compungido: Ha ¿qué vais á hacer? A comer de ese pollo, le respondió el hombre de la mómia. No hagáis tal, replicó el Gangarida, que pudiera ser que hubiese pasado el alma de la difunta al cuerpo de este pollo, y no os habeis de aventurar á comeros á vuestra tia.

Su padre había cerrado la taberna, muerto de miedo; y desde una ventana de arriba había declarado al pelotón de curiosos que le apostrofaban desde abajo, que estaba dispuesto a comerse todos los ejemplares del periódico que se le presentaran, si con ello se calmaban las iras reinantes contra él.

Y como doña Lupe era algo golosa, trajo un día un cucurucho de fresa, bien escondido entre la mantilla; mas no lo puso en la mesa. Concluida la comida, y mientras Nicolás leía La Correspondencia o El Papelito en el comedor, doña Lupe se encerraba en su cuarto para comerse la fresa bien espolvoreada con azúcar.

Su ignorancia era tal que no sabían escribir ni leer, ni alumbrarse con un candil durante la noche, ni valerse de más bestias de carga que de ellos mismos, ni criar animales domésticos, ni ser pastores siquiera. En cambio se sacrificaban a millares a sus ídolos y estaban corroídos por la gangrena de los vicios más nefandos, y sobre todo por la afición de comerse unos a otros.

Tengamos misericordia y consolemos al triste». Diciendo esto sacó un cortadillo y se preparó a escanciar corta porción del precioso licor, el cual era un coñac muy bueno que solía usar para combatir sus rebeldes dispepsias. Luego cayó en la cuenta de que antes debía comerse Mauricia el plato de menestra. La presa lo comprendió así, apresurándose a devorar la cena para abreviar.

Tenía los ojos cargados de una curiosidad maliciosa más irritada que satisfecha; se santiguó, como si quisiera comerse la señal de la cruz, y se recogió, sentada sobre los pies, a saborear los pormenores de la confesión, sin moverse del sitio, pegada al confesonario lleno todavía del calor y el olor de don Custodio.

El mundo de las ciencias se halla lleno de fenómenos visibles producidos por causas desconocidas. ¿Por qué la señora de L..., a quien conocéis como yo, tiene en el hombro izquierdo una cereza perfectamente pintada? ¿Es, acaso, como dicen, porque, hallándose encinta su madre, sintió ésta grandes deseos, que no pudo satisfacer, de comerse una cesta de cerezas expuestas en el escaparate de Chevet? ¿Qué artista invisible ha dibujado esta fruta sobre el cuerpo de un feto de seis semanas, del tamaño de un langostino mediano? ¿Cómo explicar esta acción especial de lo moral sobre lo físico? ¿Y por qué la cereza de la señora de L... adquiere cierta tumefacción y sensibilidad en el mes de abril de cada año, cuando están flor los cerezos?

Doña Paula quería comerse con los ojos el secreto de la criada. ¿Qué sería? Dudó un momento... estuvo casi resuelta a preguntar... pero se contuvo y dijo otra vez: Anda, hija mía, entra. «Hija mía pensó Petra esta me quiere en casa; segura es mi suerte». ¿Qué hay? gritó el Magistral acercándose a la criada, como queriendo salir al paso a las noticias....

La conocí mucho, mucho. ¡Como que casi tuve un lance con el Juan Lanas de su marido! No sabía yo que se había ya muerto el marqués del Algarrobo. ¡Bien viejo ha ido al hoyo! ¡Como que era contemporáneo de los espolines de Pizarro! ¡Pucha! Aquí está un patriota abnegado, de esos que dan el ala para comerse la pechuga y que saben sacar provecho de toda calamidad pública.

Palabra del Dia

amitié

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