Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 25 de junio de 2025
El ingeniero que me vió huir, echa detrás de mí como un rayo y me coge por los hombros, cuando yo no habia ganado todavía la escalera.
Allí coge una media que está haciendo y se pone a trabajar. Suenan campanadas lejanas; la vieja vuelve a suspirar. ¿Por qué suspira? Hace diez años que vive así; no se sabe para qué vive. Ella no hace más que pensar en que se ha de morir; lo piensa todos los días y en todos los momentos desde hace diez años, que fue cuando «faltó» su marido.
De esa canastilla sale un bordado comenzado, una larga tira blanca donde están trazadas hojas y flores como las que las mujeres emplean para adornar la ropa blanca. Sin saber lo que hace, coge la tira y sigue el trabajo complicado de los puntos, hasta el momento en que resuena en sus oídos la voz jovial de su cuñada.
Sin decirla nada, sin saber lo que hacia, tanto ó más aturdido que mi amigo, abro mi cofre, y le doy los ciento setenta napoleones que necesita. Aquel hombre coge el dinero, me aprieta la mano sin decir palabra, y con los ojos humedecidos, sale precipitadamente de mi habitacion. Si él no me paga, exclamé para mí, Dios me lo pagará.
Sin embargo, cuando salió a la plaza el quinto toro, lo primero que encontró fue el capote de Gallardo. ¡Qué animal! Parecía distinto al que él había escogido en los corrales la tarde anterior. Seguramente habían cambiado el orden en la suelta de los toros. El temor seguía cantando en los oídos del torero: «¡Mala pata!... Me coge; hoy salgo del reondel con los pies pa alante...»
Ante una oratoria tan elocuente, nuestro guia inclina la cabeza, coge unas llaves, hace señas á tres caballeros y dos señoras que aguardaban, entra por una puerta lateral, abre otra, baja una escalera, y todos empezamos á bajar tras él, despues de abrir paso á las dos señoras, qué parecian ser personas muy distinguidas. Luego supimos casualmente que eran escocesas.
El pintor da cabo á su tarea, coge su cuadro, lo lleva al convento, se enteran los frailes, y se reune la comunidad. Murillo les presenta su pintura; los críticos se acercan, examinan, miran con más cuidado, se contemplan unos á otros frunciendo el entrecejo, y dicen al pintor: «vuestra merced perdone; no es eso lo que hemos encargado; vuestra ASUNCION no hace al convento.»
La caporala es rica, mismamente rica, tal como lo estáis oyendo, y todo lo que coge aquí nos lo quita a las que semos de verdadera solenidá, porque no tenemos más que el día y la noche. Vive por allá arriba indicó la Crescencia , orilla en ca los Paúles. ¡Quiá, no, señora! Eso era antes.
No, todavía no.» Final, el mismo de la primera vez. El coche se para, Manolito, que va en el pescante, se quita respetuosamente el sombrero. Cristeta coge al niño, lo sienta, sube y desaparece sin que don Juan pueda sorprender una mirada de reojo, ni el más leve indicio de curiosidad.
Lo que yo quisiera saber ahora es dónde está mi sombrero dijo él, mirando debajo de la mesa y del sofá. ¿Y para qué quieres el sombrero? Quiero salir, tengo que ir a la calle. Pero lo mismo da salir con la cabeza descubierta. Hace un calor horrible. Sí, vámonos al Retiro. Fortunata, coge la vela; y tú por delante. Y agarrándose al brazo del joven sin ventura, le llevaron a la alcoba.
Palabra del Dia
Otros Mirando