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Actualizado: 25 de junio de 2025
Si ese bribón te coge por su cuenta, te saca más de lo que valen todos los chicos de la Inclusa juntos con sus padres respectivos. ¿Qué pensabas tú ofrecerle? ¿Diez mil reales? Pues me los das, y si lo saco por menos, la diferencia es para mi obra».
Pez sierra y Raya. De gran tamaño, del que se sacan bastones muy apreciados, y á los que el indio atribuye extrañas virtudes. Bogoon. Pececito que no pasa de un decímetro de largo; se coge en cantidades fabulosas, y después de salado y envasado en tinajas es objeto de un importante tráfico.
Lo había previsto yo. No crea usted que me coge de nuevo. ¡Casita y todo!... ¡Cuánta infamia! ¿Y no siente usted remordimientos? Cualquier persona que tuviera alma estaría en tal caso llena de tribulación... pero usted tan fresca. Yo lo siento... lo siento... Quisiera que eso no hubiera pasado. Eso, que no hubiera pasado el lance, para continuar pecando a la calladita. Y siga el fandango.
Toma nota del número de la casa, se aliña lo mejor que puede, y llena de gozo, como quien sabe que va á practicar una buena obra, coge el camino de Paris, y al cabo de una hora de buen andar, se para en la puerta del gran escritor. El corazon saltaba del pecho á la pobre mujer, imaginándose que iba á encontrar, afligido y pobre, al eminente autor de las Melodías.
Luego que acaba de recitar este señor, charla ligero con mi madre; luego se pone en pie, me coge, me levanta en vilo y grita: «¡Antoñito, Antoñito, yo quiero que seas un gran artista!» Y se marcha rápido, voluble, ondulante, hablando sin volver la cabeza, poniéndose al revés el sombrero, que después torna a ponerse a derechas, volviendo por el bastón que se había dejado olvidado en la sala...
En esto se le van los cuartos decía el Vara de palo con acento de bondadosa reconvención . Nunca tendrá un céntimo. Apenas coge la paga, ¡a pedir más papelotes a Madrid! Más le valdría, don Luis, comprarse un sombrero nuevo, aunque fuese modestito, para que los señores del coro no se burlasen de la cobertura que lleva en la cabeza.
Luego, lentamente, con suavidad, avanza un centímetro; luego, más lentamente, otro centímetro; luego se para, aplanado, encogido. La mosca está inmóvil; Ron no se mueve tampoco. Transcurren treinta segundos, solemnes, angustiosos, trágicos. La mosca hace un ligero movimiento. Ron salta de pronto sobre ella y la coge por la cabeza.
El director, verbi gracia, coge un diapasón, y golpeándolo contra una mesa que le sirve de caja sonora, levanta una nota limpia, clara, rotunda..., á la que inmediatamente se ajustan los diversos elementos orquestales, desde la flauta plañidera al violón roncador y enfático.
El pintor deja el mundo, se va por el campo, halla un hombre muerto en un erial, lo coge y lo entierra. El pintor da tierra sagrada al infeliz cristiano que no encontraba una sepultura.
Porque no hay que soñar en arrancarla la idea: la tiene arraigada en lo más hondo; la coge en cuerpo y alma. ¡Y tratándose de un carácter como el suyo, tan entero, tan equilibrado y firme!... ¿Quién demonios había de pensar que la diera por ahí?
Palabra del Dia
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