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Actualizado: 25 de julio de 2025


El viajero aéreo se coge fuertemente á la cuerda, al mismo tiempo que con las manos, con las rodillas y los pies, y desciende con lentitud por la boca tenebrosa.

MÁXIMO. En cosas vagas, indeterminadas, risueñas, y los números se escapan, se van por los aires... GIL. Y cualquiera los coge. Distraído yo, confundí la cifra de la potencial con la de la resistencia... Pero ya rectifiqué. Dígame si está bien... Nuestra maestra, nuestra tirana, la exactitud, nos lo perdonaría. GIL. ¡Ah! señor, esa no perdona. Es muy severa.

Pues oye... sube corriendo, coge al niño, mira si está limpito y bájalo... Yo tengo leche para dos. Oposición de los padres, enojo del marido, advertencias del médico, todo fue inútil.

¿Y no te importa? No, señor. La verdad es que una maldición no mata ni espanta. El caballero se coge la barba estremecida por la risa, una risa extraña, de viejo loco, desengañado y burlón. Don Pedrito requiere las riendas. ¡Déjeme pasar, padre! Antes dirás por qué no te importa mi maldición. ¿Te hace reir? No me hace reir....

En el momento que cuajen se coge la sartén por el mango, se da un impulso horizontal de frente, extendiendo el brazo, y al recogerlo otro impulso hacia arriba, de manera que quede doblada; se sirve dorada y humeante sobre una fuente.

Las partes de por medio suelen quedarse en el pueblo y se les conoce porque les coge el invierno con ropa de verano, muy ajustada por lo general.

De repente, ¡ay!, cree que le clavan un dardo. Bajando por la calle Imperial, en dirección al gran pelmazo de gente que se ha formado, viene Juanito Santa Cruz. Ella se empina sobre las puntas de los pies para verle y ser vista. Milagro fuera que no la viese. La ve al instante y se va derecho a ella. Tiembla Fortunata, y él le coge una mano preguntándole por su salud.

He aquí el campo Quemado y la miserable cueva en cuyo umbral dos niños llenos de harapos se revuelcan en el polvo como perrillos alegres. Entramos. Un olor fétido y sofocante se nos coge a la garganta y me basta una mirada para convencerme de que a la enferma le quedan pocas horas de vida.

Si doña Lupe se hubiera abalanzado a ella para pegarle, se habría dejado castigar. «Hace usted bien en largarse añadió la otra ya en la puerta . No seré yo quien la detenga... Viento fresco. ¡Qué casa esta y qué matrimonio! Nada me coge de nuevo... porque, lo repito, a todos engañó usted menos a ».

Por supuesto, no es planta, porque no se cría ni se coge; más bien pertenecería al reino mineral, lo uno porque el ministerialismo tiene algo de mina, y lo otro porque se forma y crece por superposición de capas: lo que son las diversas capas superpuestas en el reino mineral, son los empleos aglomerados en él: a fuerza de capas medra un mineral; a fuerza de empleos crece un ministerial, pero en rigor tampoco pertenece a este reino.

Palabra del Dia

buque

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