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En efecto; al subir la marea, cuando la ola se empina sobre la ola, inmensa, eléctrica, júntase al tempestuoso mugido de las aguas la estrepitosa algazara de las conchas y de los mil seres diversos que consigo arrastra. Llega el reflujo; un zumbido indica que con las arenas se lleva el mar todo ese mundo de fieles tribus, y las recoge en su seno. ¡Cuántos tonos no tiene á más de los descritos!

Yérguese sobre una gran mole de granito, y se empina y vuelve á empinarse indefinidamente, cual una Babel titánicamente amontonada, roca sobre roca, siglo tras siglo, empero constantemente calabozo sobre calabozo. Abajo, el in pace de los frailes; más arriba, la jaula de hierro levantada por Luis XI; subiendo siempre, la de Luis XIV; á mayor elevación, la cárcel actual.

De repente, ¡ay!, cree que le clavan un dardo. Bajando por la calle Imperial, en dirección al gran pelmazo de gente que se ha formado, viene Juanito Santa Cruz. Ella se empina sobre las puntas de los pies para verle y ser vista. Milagro fuera que no la viese. La ve al instante y se va derecho a ella. Tiembla Fortunata, y él le coge una mano preguntándole por su salud.

Se inclina, saluda con la espada; allá, en el extremo de la calle, con las mejillas arreboladas y los ojos brillantes, agitando su pañuelo, está lo que busca, la mujer de su hermano. La joven ríe, hace señas, se empina; quiere seguirlo con los ojos hasta que desaparezca en el torbellino de polvo.

A su lado, un anciano respetable comenta también en voz alta el curso de las operaciones, con palabras agrias que nadie escucha; a pesar de sus anteojos, no ve bien la pizarra: se empina, empuja a los vecinos y jura cada vez que algún oficioso repite la cifra que él no alcanza a distinguir. Encarándose con Rocchio, exclama: ¡Pero esto es la ruina de todos! El país está perdido.

En los aristocráticos lapasan, se bailan habaneras y rigodones, se cantan trozos de ... cualquier cosa, y se bebe vino de Europa en vaso: mientras que en los lapasan tradicionales, en los puros tagalos, se empina coquillo, se baila cumintang, se canta cutang-cutang, se bebe en tabo, se come lechón, y por todo mantel está el verde césped, por todo tenedor los cinco dedos, y por todo pan sendas pelotas de morisqueta.