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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Concedámoslo. ¿Pero no nos divertimos más cruelmente que con los toros con otros animales? ¿Las riñas de gallos son menos feroces que la tauromaquia? ¿En algunos países de Oriente no se deleitan los ociosos en echar a pelear, en cierta mesita redonda que sirve de circo, a dos escarabajos de muy belicosa condición que por allí se crían?
Los infelices caballos, que se van pisando las tripas, y que todavía en las ansias de la muerte, andan por el circo a fuerza de palos, que un rudo ganapán va sacudiendo sobre sus costillas, será el espectáculo más nacional de todos, pero es espectáculo feo, villano, horrible y repugnante por todo extremo.
¡Una saltimbanqui! exclamó la madre de Pablo, ¡yo prefería la mendiga! Y mientras Rogerio me contaba esta historia del Petit Journal, yo veía venir desde el fondo de una galería a la amazona del circo, envuelta en un maravilloso conjunto de raso y encajes, y admiraba sus hombros, su deslumbradora garganta sobre la cual se mecía un collar de brillantes, grandes como tapones de botella.
Cada palabra sale medida, tasada por los labios, por economía; cada hombre es una locomotiva, un tren expreso; cada accion es un cálculo; el ser humano es el número hecho carne y hueso, la aritmética pensando ú obrando. En Inglaterra se vive tan apriesa, que la nación entera es un circo de corridas de caballos ó un inmenso railway.
Y los lidiadores, parpadeando bajo la violenta transición, pasaron de la sombra a la luz, del silencio de la tranquila galería al bramar del circo, en cuyo graderío agitábase la muchedumbre con oleajes de curiosidad, poniéndose todos en pie para ver mejor. Avanzaban los toreros súbitamente empequeñecidos al pisar la arena por la grandeza de la perspectiva.
Los afeminados burgueses de Bizancio y su populacho cosmopolita, aficionados á las fiestas de Circo y las querellas teológicas, vieron partir con satisfacción á estos hombres medio bandidos y medio soldados, que llevaban á la zaga, por una costumbre secular, sus hijos y sus barraganas, duras hembras de Aragón y de Sicilia seguidas de enjambres de chicuelos semidesnudos y acostumbradas á manejar la espada cuando caía herido su rudo compañero.
El paso de los poneys a través de la gran calle de la aldea había causado efecto; todos los habitantes se habían precipitado fuera de sus casas preguntándose con avidez: ¿Qué es eso; qué es eso? Algunas personas pensaban: Un circo ambulante, quizá... Pero de todos lados exclamaban: ¿Habéis visto qué bien iban?
El acróbata que en lo más alto del circo, salta de un trapecio a otro trapecio, queda pendiente de un pie sin otro asidero, y vence aun mayores dificultades y arrostra mayores peligros, a mi ver arriesga la vida, más aún que el que se lanza a la arena del circo, sereno, ágil y fiado en su arte, a luchar con el toro más bravo.
Entonces, no sabiendo nuestra verdadera historia, inventaron una a su antojo. El primero contó que yo había mendigado en las calles de New-York, y el segundo, al día siguiente, para publicar algo que causara más sensación, me hizo atravesar circunferencias de papel en un circo de Filadelfia. Tenéis en Francia unos diarios muy originales; verdad es que en América no lo son menos.
No había muerto en los cuernos de la fiera... pero lo debía a su prudencia. ¡Ah, el público! ¡Muchedumbre de asesinos que ansían la muerte de un hombre, como si sólo ellos amasen la vida y tuvieran una familia!... La salida de la plaza fue triste, al través del gentío que ocupaba los alrededores del circo, de los carruajes y automóviles, de las largas filas de tranvías.
Palabra del Dia
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