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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Después, ensangrentadas la frente y las astas, se paseaba alrededor del circo en actitud de provocación y desafío, unas veces alzando soberbio la cabeza a las gradas, donde la gritería no cesaba un momento; otras, hacia los brillantes chulos, que pasaban delante de él, a manera de meteoros, clavándole las banderillas.
Prometed, prometed, sin explicaciones, sin condiciones. Está bien; lo prometo... ¿Vais a responder francamente, por sí o por no, a las preguntas que os dirija? Responderé. ¿Os han dicho que yo mendigaba en las calles de New-York? Sí, señora, me lo han dicho. ¿Y que había sido amazona de un circo ambulante? Me lo han dicho, señora. ¡Sea enhorabuena!
Había rendido mujeres sosas de las que caen sin lucha ni gracia, como fardos abandonados a su propio peso; señoritas imbéciles, tocadas de fría sensualidad; mozuelas que ceden por cálculo y se equivocan en la cuenta; casadas de las que se visten con gajes del adulterio; viudas aventureras, semejantes a los aros de circo con el papel ya roto, en que no deja señal un salto más o menos; pecadoras por hambre, que soportan los besos haciendo números de desempeños y deudas; lascivas por codicia que ponen el cuerpo a interés compuesto; y también disfrutó alguna de esas mujeres inocentemente viciosas, alocadas, que se entregan sin pensarlo, y a quienes se goza de improviso cortando la monotonía de la vida, como esas ráfagas de aire fresco que interrumpen de pronto el bochorno asfixiante de un día abrasador.
Hoy el edificio no tiene mas que sus muros y fachadas magníficas, sus arcadas interiores y los elementos del suntuoso palacio. Su forma exterior es cuadrada, pero en el interior es perfectamente circular, como si se hubiese querido establecer allí un circo romano.
La gente rica estaba a la sombra; el pueblo lucía a los rayos del sol el variado colorido del traje andaluz. En los grandes teatros donde brillan la Grisi, Lablache, la Rachel y Macready, la sala no se llena sino cuando le toca salir al artista favorito; pero la función bárbara que se ejecuta en este inmenso circo, no ha pasado jamás por semejante humillación.
Lo llamó aparte después de los postres y lo condujo misteriosamente a su habitación. ¿Dónde está ella? le preguntó . Tú la conoces; tú sabes dónde está oculta; ¡porque me la ocultan! Señor duque respondió , no sé a quien... Te hablo de Honorina. Ya sabes quién es, Honorina, la dama de la calle del Circo. ¿La señora Chermidy? ¡Ah! ¿ves cómo la conoces?
Así en otros tiempos en circo estendido El fuerte guerrero yacia caido Y el carro que hollaba seguir triunfador. Sin poder determinar de dónde, recuerdo haber tomado el fondo de esta imágen de un escritor contemporáneo. Creo que de Nodier. Y sus puras palabras Al tiempo de verterlas, Se convierten en perlas En la urna funeral.
Nunca el soldado lanzándose con sublime arrojo contra el arma enemiga, nunca el mártir al entrar en el circo con santa resignación estuvieron más dispuestos a morir que Amaury al volver a la casa donde había muerto su amada.
No hay necesidad de decirlo, fue una edad de grande y casi mórbida crueldad: los juegos del circo fueron una constante disciplina de pasiones inhumanas... ..."La crueldad, la injusticia y el poder arbitrario eran demasiado familiares para ser chocantes, demasiado constantes para que se les tuviera por transitorios y accidentales.
Los únicos acontecimientos que hayan señalado su reinado son la quiebra de un almacenista de carbones y la destitución de dos oficiales pagadores. Después de un proceso escandaloso, en el cual su nombre no sonó para nada, creyó prudente exhibirse en un escenario más amplio y tomó el piso que aun ocupa en la calle del Circo.
Palabra del Dia
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