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, muchos hombres casados del mismo Paris, están ajustados anualmente con la dueña del establecimiento: esto es, tienen un palco allí, como lo tienen en el teatro de la grande Opera, en los Italianos ó en el Circo.

En el jardín de la calle de Vargas se acaba de construir un Circo ecuestre; pero los bailes se han trasladado al espacioso salón del Casino el Sardinero. Nos despedimos de él diez y seis años ha, y ya era viejo entonces. Iba Muelle arriba, descollando su gigantesca arboladura sobre un enjambre de pescadoras y granujas que le rodeaban.

Era como estar en el Circo entre fieras, y llamarlas, azuzarlas, pincharlas.... ¡Mejor! así debía ser». El Magistral había sido desde el principio de la batalla entusiástico partidario de la declaración. «Era el valor, la voluntad enérgica, la afirmación del imperio, una aventura teológica, parecida a las de Alejandro Magno en la guerra y las de Colón en el mar».

El domador iba a seguir, pero viendo que el efecto de curiosidad en el público estaba conseguido y que la multitud pretendía pasar sin tardanza al interior del circo, gritó: La entrada no cuesta más que un real. ¡Adelante, señores! ¡Adelante! Y volvió a atacar con el cuerno de caza un aire marcial, mientras el viejo ayudante redoblaba en el tambor.

Un mozo de la Plaza de Toros, que era de Sevilla, se apiadó de ellos y les dejó dormir en las cuadras, proporcionándoles además el deleite de presenciar una corrida de novillos en el famoso circo, que les pareció menos importante que el de su tierra.

El dia también que el pueblo español pueda saborear las nobles fiestas de la democracia, de la vida libre y popular, trocará el circo de toros por la asamblea y el gabinete de lectura. Sus defectos actuales no provienen sino del aislamiento, que ha impedido sacudir los malos hábitos y las preocupaciones perniciosas.

Era hijo del picador que había en el pueblo, y mozo que por su figura podía ser el regocijo de los espectadores en un circo de acróbatas. Nada necesitaba añadir a su persona, ni polvos de harina, ni bermellón, ni tizne para quedar convertido en clown.

Toda quanta gente aun habia en el anfiteatro y el circo le acogió con mil baldones; todos so le arrimaban, y le daban vaya en su cara: nunca hombre sufrió tan afrentoso desayre.

Un día, don Marcelo pudo apreciar sin salir de París los horrores de la guerra. Tres mil fugitivos belgas estaban alojados provisionalmente en un circo, antes de ser distribuídos en provincias. Desnoyers entró en este local, que meses antes había visitado con su familia. Aún estaban en el vestíbulo los anuncios de los regocijados espectáculos que había presenciado.

Ya sabéis que el circo de Santa María está construido a orillas del mar y que a él sólo dan acceso dos puertas. ¡Pues, bien! De pronto se abrió la barrera que daba frente al palco del gobernador y se presentó un caballero.