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Actualizado: 30 de abril de 2025
Todavía esperaremos más de un cuarto de hora repuso el hombre reflejando disgusto en su fisonomía. Yo me encogí de hombros con indiferencia, y alcé los ojos al cielo, quiero decir, a la rubia. ¡Oh, conozco bien a esos señores! prosiguió. ¡No me darán chasco, no!... Dicen que a las siete y media saldrá el primero pa el campo... Pues ya verá V. cómo han de ser las ocho menos cuarto bien largas...
¿Pero cómo? insistió Baldomero, ¿van a comer sin vino? Sin vino y con poca agua repuso Melchor, con la menos posible. ¡Qué! ¿Que el agua les hace mal? Comiendo, sí, como a cualquiera, Baldomero. ¡Hoy nos vamos a enfermar todos, entonces exclamó Baldomero, riéndose. ¿No sienten?... Está lloviendo... Llueve efectivamente, ¡qué chasco! dijo Ricardo.
Diana lanzó una ruidosa carcajada; se representaba el chasco de su amiga esperando en vano, en su lindo traje de ciclista, la llegada del caballero que había elegido. ¡Oh! puede usted estar seguro de que Alicia estará furiosa, si le ha esperado; no se lo perdonará nunca.
Terminada la revista, Modesto volvió al cuartel tan sosegado como de él había salido y, sin alterar su paso, pidió una satisfacción a sus compañeros. Como ninguno quería cargar con la responsabilidad del chasco, declaró con la misma calma que mediría sus armas con las de todos y cada uno de ellos, uno después de otro.
¡Caramelo! dije en mi interior, pues menudo chasco me he llevado, yo que creía habérmelas con dos hijas de este extremo Oriente y me encuentro de manos á boca con Cádiz y San Fernando disfrazados de saya y candonga. Bien, pero esta señorita se embarcaría en ferrocarril. ¡Cá! No señor replicó aquella con la mayor naturalidad, siempre nos hemos embarcado en baroto ó en parao.
Jacobo, cansado al fin de dar vueltas, acabando de creer que el asunto todo de los masones era una farsa y la carta de Pérez Cueto un chasco de Carnaval que debía completarla, decidióse a llamar como última prueba a la puertecilla condenada, única que, fuera aparte de la del hotel, había en la calle; los golpes retumbaron en el silencio, y un eco muy extraño, que asustó a Currita, los reprodujo a lo lejos.
El chasco le pareció pesado, y exclamó muy despechada: ¡Vaya unas emociones que tiene la pesca!... No encuentro definición más exacta que la que daba uno de la caña de pescar: «Un palo largo que termina por un lado en un pez y por otro en un tonto». Cuestión de gusto replicó tranquilamente Currita.
«¿Qué dices? preguntó después como quien sostiene un diálogo . Habla más alto, que con el ruido del órgano no se oye. ¡Ah!, ya entiendo... Estate tranquila, que aunque me maten, yo te lo traeré. Ya sabrán quién es Mauricia la Dura, que no teme ni a Dios... Ja ja ja... Mañana, cuando venga el capellán y bajen esas tías pasteleras a la iglesia, ¡qué chasco se van a llevar!».
Cervantes, Quijote, I, 20: «... y no querría que pocas cosas penase mi ánima en el otro mundo.» Calderón, en su Entremés de las Carnestolendas: «VEJETE. Hombre, ¿comes, o engulles? GRACIOSO. ¡Lindo chasco!
Pero se ajustó el chaqué como un manto trágico, y siguió adelante, grave y solemne. Si aquellos hombres de guerra, adversarios del parlamentarismo, querían reír ocultamente de las emociones de un personaje civil, se llevaban chasco. Desnoyers admiró la decisión con que el grande hombre se lanzaba fuera del subterráneo, lo mismo que si marchase contra el enemigo.
Palabra del Dia
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