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Actualizado: 28 de junio de 2025
Luego, cuando su libertad, hicieron sus casas con ladrillos crudos, como nuestros adobes, y el techo era de vigas de sicomoro, que es su árbol querido. El techo tenía un borde como las azoteas, porque con el calor subía la gente allí a dormir, y la ley mandaba que fabricasen los techos con muro, para que no cayese la gente a tierra.
Porque ya, desde que viví con el ciego, la tenía tan hecha bolsa que me acaeció tener en ella doce o quince maravedís, todo en medias blancas, sin que me estorbasen el comer; porque de otra manera no era señor de una blanca que el maldito ciego no cayese con ella, no dejando costura ni remiendo que no me buscaba muy a menudo.
Y todo esto hecho, dijo á los indios cómo él era su hacedor; y luego los indios Canas hicieron en el lugar do él se puso, para quel fuego cayese del cielo y de allí partió á matalles, una suntuosa guaca, que quiere decir guaca adoratorio ó ídolo, en la cual guaca ofrecieron mucha cantidad de oro y plata éstos y sus descendientes, en la cual guaca pusieron un bulto de piedra esculpido en una piedra grande de casi cinco varas en largo y de ancho una vara ó poco ménos, en memoria de este Viracocha y de aquello allí subcedido; lo cual dicen estar hecha esta guaca desde su antigüedad hasta hoy.
Pues ansí, como digo, metía cada noche la llave en la boca, y dormía sin recelo que el brujo de mi amo cayese con ella; mas cuando la desdicha ha de venir, por demás es diligencia.
Pero lo que le daba más que hacer, lo que la tenía inquieta siempre y recelosa era la guarda de Maripepa, una niña que no acababa de sentar la cabeza. Siempre vigilante, siempre detrás de ella á fin de que no cayese en las redes que por todas partes le tendían sus apasionados. Porque no sólo era Regalado quien osaba turbar su cándido corazón.
Estábase el barbero aún de rodillas, teniendo gran cuenta de disimular la risa y de que no se le cayese la barba, con cuya caída quizá quedaran todos sin conseguir su buena intención; y, viendo que ya el don estaba concedido y con la diligencia que don Quijote se alistaba para ir a cumplirle, se levantó y tomó de la otra mano a su señora, y entre los dos la subieron en la mula.
El pintor tenía terminado su trabajo y cubiertas las cuatro grandes figuras con otros tantos trozos de percal; a fin de que no les cayese polvo que ensuciara y velase la pintura fresca. Quitó Molina el primer pedazo de percal al entrar el deán, y en la cara que éste puso comprendió lo mucho que le gustaba la figura.
Allá en sus adentros se comparaba a la vara que sostiene en el aire a una planta rastrera a fin de que no caiga al suelo y se ensucie y pudra en el fango. Temía Rafaela que Arturito cayese si le dejaba ella, y por eso no le dejaba. A menudo solía lamentar que aquel muchacho hubiera sido tan dócil y se hubiera convertido tan pronto.
Ramona era bonita, elegante, no tenía nada de necia y mientras vivió en la alta sociedad, y no cayó en la sima, hubo de tener admiradores, amigos jóvenes y viejos que la estimasen, que la atendiesen, y con alguno de los cuales, a pesar de todo su recato y severidad de costumbres, pudo ella ser amable, concediendo aquellos favores de casta predilección y de limpia y amistosa confianza que no ya la austera virtud, pero ni la santidad prohíbe. ¿Cómo es que ninguno de esos amigos trató primero de evitar que cayese en la sima, o procuró después sacarla de ella sin exigirle en pago la humillación y la deshonra?
Alzó los ojos al firmamento, en el momento que una estrella se corría a través del negro cielo, tras de ella otra, y otra cruzó rauda después, dejando tras sí un rastro luminoso. El fenómeno sugirió a Jacobo un nuevo augurio. Si dentro de unos quince minutos cayese otra estrella... Reloj en mano permaneció en aquella posición el doble de aquel intervalo de tiempo, pero el fenómeno no se repitió.
Palabra del Dia
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