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Actualizado: 28 de junio de 2025
La Sima de Cabra, que tanto llamó la atencion de Cervantes, se abre á un lado de aquella sierra en el llano que hay á la espalda del tajo que llaman de Camarena. Las generaciones unas á otras han ido desde una época muy remota legándose maravillosas tradiciones y consejas que la hacen objeto de pavor entre la gente sencilla. Rasis decia que era una de las puertas de la caverna de los vientos.
El mágico Argante rodea á su pupila con estas seducciones para tenerla contenta en la caverna, porque una profecía le amenaza con el peligro de matar á quien más ama, ó de perecer por mano del mismo.
Salió, y cuando iba en busca de la puerta por el pasillo, que oscurísimo como la caverna de Montesinos estaba, tropezó con un bulto, el cual, por el agudo chillido que siguió al choque, demostró ser mujer y mujer muy sensible. Brutísimo, salvaje.... ¿no tiene usted ojos en la cara? gritó la voz . ¿Qué modos son esos?
Estas dos andrajosas criaturas se habían establecido en la caverna de Luitprandt, así llamada, según las antiguas crónicas, porque el rey de los germanos, antes de descender a Alsacia, mandó enterrar bajo aquella bóveda inmensa, de asperón rojizo, a los jefes bárbaros que habían muerto en la batalla de Blutfeld.
Cada vida es, asimismo, una sombra inconstante y huidera. ¿Recuerda usted la alegoría de la caverna, de Platón? Pues es preciso ir todavía un poco más allá; los que Platón pone aherrojados en la caverna no son cuerpos materiales, sino sombras, pero sombras dramáticas y atormentadas; y lo que sobre el muro ven, sombras de sombras. Eso es una casa de huéspedes: la caverna de las sombras.
No era un pueblo en marcha: el éxodo de un pueblo lleva tras de él mujeres y niños. Aquí sólo se veían hombres, hombres por todas partes. Todos los géneros de habitación discurridos por la humanidad, á partir de la caverna, eran utilizados en estas aglomeraciones militares. Las cuevas y canteras servían de cuarteles.
Cuando las encendió y nuestros ojos se acostumbraron a la luz, vimos que estábamos en una especie de pieza, no muy grande, pero sí larga, angosta y más seca que las otras partes de la caverna. ¡Mire! exclamó el capuchino, haciendo un movimiento con la mano. Aquí está todo, señor Greenwood, y todo es suyo.
A la izquierda de tal cocina se veía otra caverna con una puerta irregular, más ancha por arriba que por abajo, que se cerraba por medio de dos tablas y un travesaño. Y ¿dónde está Marcos? dijo Hullin sentándose cerca del hogar. Ya le he dicho que está durmiendo; ayer vino muy tarde, y hay que dejarle dormir, ¿lo oye usted? Lo oigo muy bien, Hexe-Baizel, pero no tengo tiempo de esperar.
Entonces Berbel, furiosa, le llenaba de injurias, y Catalina cloqueaba con visible mal humor; pero el loco, sin hacerles caso, encendía su vieja pipa de boj y comenzaba a contar sus lejanas peregrinaciones a los espíritus de los guerreros germanos enterrados en la caverna hacía diez y seis siglos, llamándoles por sus nombres y hablándoles como si estuviesen vivos.
La fuente termal que constantemente brota en medio de la caverna defendía a las dos hermanas de los rigores del frío del invierno, y el leñador Daniel Horn, de Tiefenbach, había tenido la caridad de cerrar la entrada de la cueva con grandes montones de brezos y retamas. Al lado del caliente manantial se encuentra otro de agua fría como la nieve y límpida como el cristal.
Palabra del Dia
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