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Otros bajaban a los corredores y se tendían al sol; pero los propiamente salvajes, vivían y aun se criaban arriba, persiguiendo el sabroso ratón de los secaderos. Pasaron junto a las dos damas figuras andrajosas, ciegos que iban dando palos en el suelo, lisiados con montera de pelo, pantalón de soldado, horribles caras. Jacinta se apretaba contra la pared para dejar paso franco.

Desnoyers corrió al borde del camino para convencerse mejor de la verdad. ¡Ay! Eran regimientos como los que él había visto partir de las estaciones de París... pero con aspecto muy distinto. Los capotes azules se habían convertido en vestiduras andrajosas y amarillentas; los pantalones rojos blanqueaban con un color de ladrillo mal cocido; los zapatos eran bolas de barro.

Ella ara, ella siembra, ella coge, ella guía el carro, guarda las vacas y sufre todos los rigores de la intemperie..... Véselas, pues, ajadas, feas, sucias, andrajosas, con el cuévano á la espalda y el niño dentro, encorvadas contra la tierra, sin aliño alguno en su traje ni asomos de tocado, mientras que el hombre se pasea ufano y compuesto, colorado y robusto, ocupado en pescar ó en llevar las reses á las ferias.....

Entraron en la Comisaría por entre varios grupos de mujeres andrajosas con niños al pecho y hombres de mísero aspecto, todos mostrando repugnantes enfermedades: cegueras purulentas, costras roedoras, abcesos que desfiguraban sus miembros, retorciéndolos. Esperaban su turno para la consulta gratuita. Un fuerte olor de antisépticos impregnaba el ambiente.

Estas dos andrajosas criaturas se habían establecido en la caverna de Luitprandt, así llamada, según las antiguas crónicas, porque el rey de los germanos, antes de descender a Alsacia, mandó enterrar bajo aquella bóveda inmensa, de asperón rojizo, a los jefes bárbaros que habían muerto en la batalla de Blutfeld.

Taylor, van á paseo en coche elegantemente vestidas de medio cuerpo arriba, y de medio cuerpo abajo muy andrajosas, cubriendo con una manta aquella miseria. Por lucirse, andar en coche y tener palco en el Real, se tratan muy mal en casa, la cual suele estar inconfortable y mal amueblada. En invierno se mueren de frío, y en todas las estaciones remedan al camaleón, alimentándose casi del aire.

Funcionaba en la explanada de popa una estufa de desinfección, y pasaban por ella los trajes de los emigrantes que eran susceptibles aún de cierto uso a juicio de los empleados. Las piezas andrajosas, los gabanes de pieles de imposible despoblación, los calzados rotos, los arrojaban al mar, flotando en la estela del buque un rosario de míseros objetos. Las personas eran sometidas a ruda limpieza.

Cuando el tren paraba en las solitarias estaciones del trayecto, ella bajaba a conversar con las "cholas", descalzas, andrajosas, que le vendían empanadas, caña de azúcar y santitos de barro pintados de rojo. La impresionó, sobre todo, una escena religiosa en la montaña.