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Actualizado: 1 de julio de 2025
Este Rey trata de casar á su hermana Estefanía con uno de sus vasallos. Los pretendientes á su mano son el conde Vela y Don Fernán Ruiz de Castro. La Princesa se decide por el último, y deja que el Conde se abrase en un amor sin esperanza. Fernán Ruiz, poco después de sus bodas, se ve obligado á acompañar al Rey en una expedición contra los moros.
La necesidad, hija... Después no volví más porque me salieron relaciones con el chico con quien me voy a casar». Después de una pausa, durante la cual viniéronle al pensamiento muchas cosas pasadas, creyó oportuno decir algo, conforme a las ideas que aquella casa imponía: «¿Y para qué me buscaba a mí ese hombre?... ¿para qué? Para perderme otra vez. Con una basta».
«Dígase lo que se quiera, es el mejor de los tres pensaba, metiendo y sacando la aguja , mejor que el egoistón de Nicolás, mejor que el tarambana de Juan Pablo... ¿Que se quiere casar con una...? Hay que ver, hay que ver eso. No se puede juzgar sin oír... Podría suceder que no fuera... Se dan casos... ¡Vaya!... Y está enamorado como un tonto... ¿Y qué le vamos a hacer? Dios nos tenga de su mano».
Tal vez, entre tantos, habría algunos que se acordaban de sus madres... o de cierta linda muchacha de su país, Gretchen o Lotchen , que les había dado una cinta al partir mientras lloraban a lágrima viva: «¡Te esperaré, Kasper; sólo contigo me he de casar!» «¡Sí, sí; mucho tiempo has de esperar!» La señora Lefèvre, viendo aquel cuadro de dolor, pensaba en Gaspar.
Profundamente alarmada en su conciencia, en su honradez, en su amistad, comprendió pronto que sólo una medida radical y heroica podía contener a Pedro y Beatriz, en esa mancha fatal a los abismos, y fue entonces cuando le asaltó la idea de casar a Pierrepont con miss Nicholson, concierto que tendría además la ventaja de alejar a aquél de Francia por largo tiempo.
Y así es la música de sus dramas de historia, y de los de pelea, y de los de casamiento, mientras los actores gritan y andan delante de los músicos en el escenario, y los generales se echan por la tierra, para figurar que están muertos, o pasan la pierna derecha por sobre la espalda de una silla, para decir que van a montar a caballo, o entran por entre unas cortinas el novio y la princesa, para que se sepa que se acaban de casar.
Esta prueba de amistad, venida de tan lejos, y tratándose de un amigo que hubiera podido olvidar fácilmente desde las alturas de su actual bienestar y de sus distracciones, me ha causado una profunda alegría. 11 de marzo de 1821. ¡Albricias! Creo poder casar muy cerca de aquí, convenientemente y casi en familia, a mi bella Susana.
Si hubiese sido virtuoso y vivido, respondió Jesrad, era su suerte ser asesinado con la muger con quien se habia de casar, y el hijo que de este matrimonio habia de nacer. ¿Con que es indispensable, dixo Zadig, que haya atrocidades y desventures, y que estas recaygan en los hombres virtuosos?
«Si usted quiere mejorar de vida y edificársenos interiormente para adquirir la fuerza necesaria, aquí me tiene. ¿Pues para qué estamos? Cuando yo considere segura la reforma de usted, quizás no ponga tantos peros al casorio con mi hermano. El pobre está loco por usted; me dijo anoche que si no le dejamos casar se muere.
Palabra del Dia
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