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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Y, aunque se nos ocurriese, no podríamos intentarlo, porque nos habríamos dejado la cartera en casa. Mientras tanto, esto es, mientras la supresión de los bolsillos no se extienda de los empleados a los clientes, la cosa nunca podrá tener el valor de un ensayo social.
Como testimonio de respeto a la memoria de su padre, el ministro que a la sazón desempeñaba la cartera de Ultramar le había ascendido a catorce mil reales, y tal sueldo era lo único que poseía. Alojaba en una casa de huéspedes donde por tres pesetas le daban habitación y almuerzo. Comía siempre en casa de alguno de los amigos de su padre.
Había encontrado al país en una de sus crisis periódicas. Pero aun así, había conseguido reunir cuatrocientos mil francos. En la cartera guardaba un cheque por esta cantidad. Más adelante le harían nuevos envíos. Un señor del campo, algo pariente suyo, cuidaba de sus asuntos. Margarita parecía satisfecha. También adoptó ella un aire de mujer grave, á pesar de su frivolidad.
Y con mano febril, por donde se podía adivinar el grado de apasionamiento a que el brigadier había llegado, sacó del bolsillo una cartera y de la cartera un retrato de mujer, que puso delante de los ojos a su hijo. Mírala, ¿te gusta? Miguel la echó una rápida mirada por complacer a su padre y bajó la cabeza en señal afirmativa. Vamos dijo el brigadier en voz baja y temblorosa, dala un beso.
Alto, guapo... Ni viejo, ni joven. Así es afirmó Benina, asombrada de la coincidencia . ¿Pero no dejó tarjeta? No, porque se le había olvidado la cartera. ¿Y preguntó por mí? No. Sólo dijo que deseaba verme para un asunto de sumo interés. En ese caso, volverá. No muy pronto. Dijo que esta tarde tenía que irse a Guadalajara. Tú habrás oído hablar de ese viaje.
¿Qué? Saber algo del joven. ¡Cómo! ¿no sabe usted bastante? dijo el notario sorprendido. ¿Qué más quiere usted saber?... ¿Cómo es ese caballero?... ¡Ah! es muy justo dijo el notario tomando de su cartera otro sobre. Vea usted su fotografía... Y dándosela a la abuela, esperó el resultado del examen.
El, mientras hacía jugar el resorte del claque, ensayaba la petitoria de ordenanza, algo para llevar en el bolsillo, dos pesos siquiera, que le prometía devolver intactos; como después del teatro, es fuerza ir a tomar cualquier cosa al café y cuando llega el momento de pagar al mozo, es costumbre echar mano a la cartera, discutiendo con los amigos el mejor derecho a satisfacer el gasto, él, siempre que llegaba el caso, mostraba el billete sin soltarlo, mientras daba tiempo al vecino de saldar cuentas. ¡Qué papel iba a hacer aquella noche si no tenía dinero que mostrar! dos pesos siquiera... la tía era bastante rica, porque poseía su rentita de las cédulas hipotecarias y el alquiler de la casita aquella. ¡Buen alquiler te dé Dios! cien pesos, que el inquilino, un herrero con más hijos que días tiene el año, no le pagaba nunca, siempre llorando lástimas y pidiendo prórrogas.
Quiso exteriorizar su desesperación y murmuró, señalando á la otra mujer medio ebria que dormitaba en el diván: Así seré yo dentro de poco. Se obscureció su rostro, como si pasase sobre él la sombra de sus últimas horas, y bajando las pupilas añadió: Y luego morir. Robledo permaneció silencioso. Había sacado disimuladamente su cartera de un bolsillo interior y contaba papeles debajo de la mesa.
Como el pobre estaba acosado por sus acreedores, hoy dia de correo debió de recibir alguna carta apremiante, y no habrá podido resistir mas. Vamos, vamos, responderá el mayor número, cosa clara: y tiene V. razon, cabalmente es hoy dia de correo.... Llega el juez y al efecto de instruir las primeras diligencias, se registra la cartera del difunto. Dos cartas.
Y mientras cantaban la frase normanda allez, marchez! allez, marchez! sonreían á sus respectivos adoradores de las butacas con tanta desfachatez que don Custodio, despues de mirar al palco de la Pepay como para asegurarse de que no hacía lo mismo con otro admirador, consignó en la cartera esta indecencia y para estar más seguro, bajó un poco la cabeza para ver si las actrices no enseñaban hasta las rodillas.
Palabra del Dia
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