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Actualizado: 29 de junio de 2025


Y si por alguien se ha creído que yo puedo fraternizar con el escándalo, aunarme con la desfachatez y adherirme a la orgía, protesto indignado, que a muy otra cosa he venido aquí. Y creo llegado el momento de que se hable con alguna formalidad.

Se entregaba a sus amantes con una desfachatez ardiente que, después, pronto, se transformaba en iniciativa de bacanal, es más, en un furor infernal que inventaba delirios de fiebre, sueños del hachís realizados entre las brumas caliginosas de las horribles horas de arrebato enfermizo, casi epiléptico.

El teatro entero hacía un solo comentario. A nuestro lado, teníamos dos jóvenes impertinentes que conversaban, sin conocernos, con toda desfachatez. El viejo, aquél, el que ahora se le acerca; le decía uno de ellos al otro... No puede ser... contestaba éste. Te digo que ; ese es el novio... que toupet de mujer. ¿Pero estás seguro?

Para que no le sorprendiese que su madre no quisiera recibirla en casa ni verla después de aquella entrevista, al parecer amistosa, le dije con la mayor desfachatez que me había negado a pedir perdón, por considerar que no había existido falta alguna. Fijamos el matrimonio para quince días después. Hicimos a toda prisa los indispensables preparativos.

Y asustada de su desfachatez pensó todo el día en la aventura, sin vergüenza. «¡También esto era cosa de la salud!».

Y mientras cantaban la frase normanda allez, marchez! allez, marchez! sonreían á sus respectivos adoradores de las butacas con tanta desfachatez que don Custodio, despues de mirar al palco de la Pepay como para asegurarse de que no hacía lo mismo con otro admirador, consignó en la cartera esta indecencia y para estar más seguro, bajó un poco la cabeza para ver si las actrices no enseñaban hasta las rodillas.

A Bonis no se le habló de estos proyectos de socorro; primero, por la inveterada costumbre de no contar con él para nada; y después, porque tanto a Minghetti como a Emma se les ocurrió, sin comunicárselo, que era demasiada desfachatez y falta de aprensión tratar con Bonifacio de semejante negocio.

Pero el que allí predominaba, por su desfachatez y su audacia, era Quilito; como su padre estaba empleado en un Ministerio, y debía conocer al dedillo los secretos políticos, hacíase él sabedor de noticias gravísimas, que iban a influir de manera formidable sobre la plaza; ¡ya verían a dónde llegaba el oro!

Encontrábales cierta desfachatez que se le antojaba canallesca, bien distante de la casta y severa majestad de las grandes damas de otros tiempos. Llegó a pensar que hallaría la esposa soñada en las soledades de provincia y hasta en otras cortes menos modernas, como las de ciertos pequeños principados de la feudal Alemania.

¿Se le han roto a usted al saltar? repliqué. No, señor. Las traía ya rotas de casa. ¡Ah! No lo ha notado usted al ponerlas. , señor, ; lo he notado hace días. Las he puesto con todo conocimiento. No quise insistir, porque entendí que, si proseguía, iba a decirme que no tenía dinero para comprar otras, con la poca aprensión, vecina de la desfachatez, que la caracterizaba.

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