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Actualizado: 19 de julio de 2025


El viaje le podía costar caro si duraba mucho tiempo. Lo difícil no era encontrar un colega que se encargase de la duquesa y de los demás enfermos; pero París es una ciudad donde los ausentes no hacen carrera y aquel que no se exhibe todos los días es pronto olvidado.

Mi marido nació para cursi y morirá en olor de santidad». Esto no quitaba que le envidiase, pues iba viendo los sinsabores que trae y lo caro que cuesta el no querer ser cursi. La infeliz estaba rodeada de peligros, llena de zozobras y remordimientos, mientras su esposo dormía tranquilo al lado del abismo. Dormía como si tuviera muy lejos la vergüenza que tan próxima estaba realmente.

Tenía el señor veinticuatro un natural violento, con facilidad montaba en cólera inusitada, razón por la que era llamado por el vulgo Barrabás: y así se explica que en cierta ocasión, como sorprendiera á un mozalbete haciendo desde la ventana de una casa frontera señas á doña Dorotea en punto en que ésta también estaba al balcón, cogió á su amante violentamente y allí mismo dióle una monumental paliza, á la vista del honrado marido, que mientras zurraban á su esposa le decía con mucha flema: «Amiga, ¿cuántas veces te dije que no te asomases á esa ventana; mira que el señor don Fernando ha de venir á saberlo y ha de costarte muy caro?» Y dirigiéndose al iracundo veinticuatro, le repetía: «Señor don Fernando, prometo á usted que tiene menos culpa Dorotea de lo que le han á usted encarecido

No se figuran por cierto en España, cuando sus hombres de letras más distinguidos aplauden sin reserva los grandes trabajos de un Caro o de un Cuervo, que sus autores viven en la región del cóndor, en las entrañas de la América; a veces, y por largos días, sin comunicación con el mundo civilizado... El extranjero vive mal en Bogotá, sobre todo, cuando su permanencia es transitoria.

Sin embargo, el periodista monárquico le tiró impensadamente un golpe a la cabeza; pero hubo de salirle caro, porque Miguel paró y contestó con tal rapidez, que si no rompe a tiempo le raja la cara. Desde entonces no tiró más tajos. La lucha se prolongó cerca de quince minutos sin resultado.

¡Oh, , señor!... es verdad... tiene usted mucha razón. A todo el mundo le gustan... Pero es un vicio muy caro... Sólo los grandes potentados como el señor Duque pueden permitirse... Don Rufo se confundía, creyendo haber dicho una necedad. ¿El señor Duque posee muchos cuadros de los mejores pintores, según tengo entendido? dijo a la sazón don Rosendo para salvar a su compañero.

He venido volando por no hacerme esperar». Amigo, desde que está usted en candelero, no hay quien le vea. ¡Qué caro se cotiza! Es que no me dejan vivir. Anoche duró el jubileo hasta las tres. Doscientas personas entrando y saliendo. Y que no pretenden nada... Preparando las elecciones, ¿eh? ¡Oh!, pues si pasamos al terreno político... indicó Moreno.

Había que hacer nuevos desembolsos. Limosnas, grandes limosnas para Roma; para las Hermanitas de los pobres, que iban a comprar una casa; limosna para la Santa Obra del Catecismo; limosna para la novena de la Concepción, porque habría que pagar caro un predicador, jesuita, que vendría de lejos. «Era mucho, ; pero si los buenos católicos que todavía tenían algo no se sacrificaban ¿qué sería de la fe? ¡Si otros pudieran!».

-Lo mejor es que no corran -respondió otro-, porque el flaco no se muela con el peso, ni el gordo se descarne; y échese la mitad de la apuesta en vino, y llevemos estos señores a la taberna de lo caro, y sobre la capa cuando llueva.

Aunque hacían vida retirada, como todo está caro, y se trataban bien, y se vestían con cierto lujo para su clase, renta y sueldo se consumían completamente, y gracias si no se hallaban a veces en apuros.

Palabra del Dia

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