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Actualizado: 19 de julio de 2025


Muchas veces pensaba en esto: él no tenía, en rigor, amigos entre los hombres; ni amigos de la infancia, verdaderos, capaces de comprenderle y capaces de abnegación; ni amigos de la edad viril...; il suo caro Mochi... ¡bah!, le había engañado una temporada. Era un vividor a quien Dios perdonara. Sus amigos eran las cosas.

Después de salir del Imperio, nos paramos en la plaza Leicester para subir a los coches que habíamos tomado, cuando al italiano que le decía a Blair en su idioma: «No me gusta ese amigo vuestro, ese que se llama Greenwood. Es demasiado curioso e inquisitivoMi amigo se rió al oír esto, y le contestó: «Ah, caro mío, no lo conocéis.

Dominada por el terrible egoísmo que suele atacar a los viejos cuya mocedad fue laboriosa, la impedida hizo del potro de dolor quinta de recreo. Lo que es allí ya podían venir penas; lo que es allí a buen seguro que la molestase el calor ni el frío. ¿Que era preciso lavar la ropa? Bueno, ella no tenía que levantarse a jabonarla, le había costado bien caro una vez. ¿Que estaba sucio el piso?

Ojo al corazón es lo primero que te digo. No permitas que te domine. Eso de echar todo por la ventana en cuanto el señor corazón se atufa, es un disparate que se paga caro. Hay que dar al corazón sus miajitas de carne; es fiera y las hambres largas le ponen furioso; pero también hay que dar a la fiera de la sociedad la parte que le corresponde, para que no alborote.

Señor don Valentín Alsina: Conságrole, mi caro amigo, estas páginas que vuelven a ver la luz pública, menos por lo que ellas valen, que por el conato de usted de amenguar con sus notas los muchos lunares que afeaban la primera edición.

Seguro que aquella noche iban a Colón, como que tenían abono a palco bajo, con mucho relampaguco de piedras y mucho crujir de seda; entretanto, ellos comerían su carbonadita en paz y gracia de Dios y se acostarían a la hora de las gallinas, para no gastar mucha luz, pues el gas está cada día más caro.

Y la vemos entrar, muy abiertos los ojos, la faz idiotizada, pensando cuán inútil será toda defensa meditada. ¡Oh maldecida mano que llaman experiencia! ¡Qué caro cuesta el aprender tu ciencia! ................................... Y con estas palabras el telón vuelve lento a caer, sin que el público sepa lo que entre bastidores puede haber.

Los fumadores de opio llevan á las cajas del Estado no pocos millones y se comprende, pues estando estancado el opio, y contrabando fumarlo fuera de los sitios, mejor dicho pocilgas destinadas al efecto, el vicio sale muy recargado, y por lo tanto muy caro.

Hablaban de cosas que nada tenían de espirituales, de lo caro que se estaba poniendo todo... La carne sin hueso, ¡quién lo había de decir!, a peseta; la leche a diez cuartos; el pan de picos a diez y seis, y de las casas no dijéramos; un cuarto que antes costaba ocho reales, ya no se encontraba por catorce.

En lechos de hojas estaban alineados y colocados con cierto arte los pimientos y tomates, con sus rubicundeces falsas de productos casi artificiales; los guisantes en sus verdes fundas; todo apetitoso y exótico, pero tan caro, que al oír sus precios retrocedían con asombro los buenos burgueses que por espíritu de economía iban al Mercado con la espuerta bajo la raída capa.

Palabra del Dia

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