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Actualizado: 24 de junio de 2025
Lisonjeó mucho a la Tribuna el ver que se habían con ella lo mismo que con las señoritas, y auguró bien del rendido galán. Mas tan luego como la noche cauta señoreó absolutamente el escenario, Baltasar creyó poder apoderarse a hurto de una mano morena, hoyosa y suave al tacto como la seda. Amparo pegó un respingo. Estese usted quieto.... Y va de dos veces que se lo digo, caramba.
LA JOVEN. ¡Caramba! ¡es bien duro oír calumniar así a un santo varón por un comunero, un masón! MUCHAS VOCES. ¡Un masón! ¡un comunero! ¿dónde está el masón? LA JOVEN. Ya lo oyen señores, él conoce a Pérez, que recibió, por la gracia de Dios, más bastonazos que barbas ha rapado ese barbero hereje en su vida.
¡Calma, señora, calma! interrumpió el cura, a quien parecía que en aquel momento le hubiesen quitado de encima un peso enorme. Déjeme usted explicarme con Reina. Veamos, ¿qué encuentras digno de alabanza en la conducta de Francisco I? ¡Caramba! pues es bien simple respondí con tono desdeñoso, pensando que mi cura envejecía y empezaba a comprender con dificultad.
Lo que yo digo, ¡caramba! ya que la lleve a una el diablo, que la lleve en coche. Oye, tú saltó Valentina levantando el rostro con su ceño habitual algo más pronunciado, no te pongas tan fanfarrona.
Gustábale oír desarrollar sus sistemas a los materialistas y librepensadores, y su silencio burlón hablaba elocuentemente, mientras observaba a su interlocutor juntando las cejas de tal modo que le ocultaban los ojos casi por completo. Y luego con la mayor tranquilidad, les replicaba: ¡Caramba! señor, ¿sabéis que os admiro? Habéis llegado casi a la perfecta humildad del Evangelio.
Es una chica muy graciosa... ¡Caramba cómo se ha desarrollado, y qué monísima se ha puesto! Tus flores no tienen gran valor en este caso dijo la brigadiera sonriendo nada más que con el borde de los labios.
¡Caramba! exclamo . He hecho una atrocidad sin querer. El otro día se conmovió el Heraldo por un artículo mío, y ahora este Castrovido dice esas cosas tremendas hablando de otro... ¡Caramba! Yo no me atrevo a salir a la calle, a ir tímidamente al Ateneo, a pedir un libro en la Biblioteca, a entrar en la librería de Fe... ¿Tomaré el tren otra vez? Sí, sí; es preciso que yo coja el tren otra vez.
Nuestros padres nos dieron esto amasado y cocido. Nos casaron como se casa a los gatos, y punto concluido. Salió bien; pero hay tantos casos en que esta manera de hacer familias sale malditamente... ¡Qué risa! Lo que me daba más miedo cuando mi madre me habló de casarme, fue el compromiso en que estaba de hablar contigo... No tenía más remedio que decirte algo... ¡Caramba, qué sudores pasé!
«Estás hecho un pollo» le dijo Moreno, palmoteándole en los hombros. Vamos tirando... ¿Y usted...? Así, así. ¡Siempre por esas tierras de extranjis!... Caramba, también es gusto, teniendo aquí tantos que le quieren bien... El forastero le contestó con la benevolencia un tanto fría que saben emplear los superiores bien educados.
Hubo de saber María Antonia Fernández que D. Manuel Alvarez había terminado tan linda obra y resolvió adquirirla a toda costa para sí, como lo realizó en efecto, pagándosela bien al escultor, el cual no quiso ni pudo negarse a ello. La Caramba, aunque ya sublimemente enamorada de D. Jacinto, distaba mucho aún de haberse convertido.
Palabra del Dia
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