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Actualizado: 17 de junio de 2025
Ya hemos visto en la carta de doña Clara Soldevilla al padre Aliaga, que los presentimientos del bufón no habían sido exagerados. Le hemos visto también conmoverse al oír en los labios del padre Aliaga el nombre de Dorotea. El bufón quería acercar á la joven al padre Aliaga, y explotar en su provecho el amor que el padre Aliaga había sentido en su juventud hacia su madre.
Pues ya que no os despego de mí, callad, que no puede ser hablar y correr. Y el bufón siguió á gran paso, porque á gran paso iban el sargento mayor y la Dorotea.
Os espero esta tarde en el convento de Atocha dijo el padre Aliaga al bufón. Iré dijo el tío Manolillo. El padre Aliaga hincó una rodilla en tierra y besó la mano al rey. Después salió. ¡Es muy singular la historia que nos has contado, Manolillo! dijo el rey. Tan singular, que me ha hecho daño el contarla y me ahogo en la cámara; es demasiado fuerte ese brasero y hace aquí calor.
Al salir Francisco Martínez Montiño, cocinero mayor de su majestad, de casa del excelentísimo señor duque de Lerma, se encontró manos á boca con el tío Manolillo, bufón del rey, que le asió por un brazo y le metió en una taberna, donde se encerró con él en un aposento.
Era un pequeño espacio abovedado, deprimido, denegrido, desnudo de muebles, á cuyo fondo había una puerta, á la que se encaminó el bufón. Siguióle Quevedo. El tío Manolillo cerró aquella puerta.
Vos sois enemigo de los que mandan, y abusan del rey, y servís al duque de Osuna, y os declaráis por la reina, por ambición, y yo aborrezco á los que vos aborrecéis y amo á los que vos amáis por venganza. ¿Sabe acaso alguien á dónde vos vais? ¿sabe alguien á dónde yo voy? ¡oh! y si alguna vez llegamos al fin de nuestro camino, juro á Dios que no han de reirse más de cuatro con los desenfados del poeta y con las desvergüenzas del bufón.
Os engañáis, hermano; aún no me duermo, ni llamo al amigo Juan para que me traiga el sueño... heme echado por descansar un poco, pero ya empiezan mis tareas cortesanas: el no dormir y el no parar. ¿Y vos habéis descansado? dijo Quevedo dirigiéndose á Montiño, y prescindiendo enteramente del bufón, que salió y se sentó en la sala frente á Dorotea, que se había puesto á estudiar su papel junto á una ventana.
Es necesario comprar cacerolas, vasijas, todo lo indispensable para preparar la vianda que quiere Dorotea. Vamos, pues. No había pasado una hora, cuando Montiño, ayudado por el bufón, guisaba sin mandil y sin gorro, sin más oficial ni galopín que el tío Manolillo, en la cocina de una casa deshabitada. Eran las dos de la tarde.
Madrazo halló más tarde que en los Archivos reales, había un cuadro inventariado como retrato de un bufón con golilla que se llamó Pablillos de Valladolid, cuyas medidas casi coincidían con las del Cómico; y creyó, siendo su opinión aceptada, que no era el tal representante, sino bufón u hombre de placer. Yo, con todo el respeto debido a tan insigne crítico, no acabo de persuadirme.
En la escena en que Alicia invoca á los demonios, salen éstos del infierno, con toda comodidad, por unas escaleras. El gracioso ó bufón dice mil sandeces... Por lo demás, la mejor comedia es aplaudida ó silbada, al capricho de cualquier harapiento personaje.
Palabra del Dia
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