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Actualizado: 25 de junio de 2025
Además de la Duval, que era y sigue siendo mi dama de compañía, estaba conmigo y está aún mi mucamba, o sea mi primera doncella, mulata muy ágil, llamada Petronila, que me peina con primor y buen gusto, que cose y borda y tiene otras mil habilidades; una segunda doncella, dos fieles criados negros, y por último, la mujer que cuidaba y alimentaba a mi tesoro.
Una racha traidora que te ha metido la borda debajo del agua... Pero eres barco de mucha manga añadió poniéndole las manos sobre los hercúleos hombros. Tienes las cuadernas sólidas... Ya achicaremos el agua. Gonzalo no contestó. ¿Por qué no te has venido inmediatamente a casa?
Meter a bordo el rizón. A la voz del patrón los cuatro hombres que tripulan la barca, uno tras otro, van saltando a bordo con un rosmar de protesta. El patrón manda aparejar la vela y se inclina sobre la borda de popa para armar la caña del timón. Después se santigua. La barca se columpia en la cresta espumosa de una ola. Comienza la travesía.
Los dos amigos, acodados en la borda, sintieron de pronto a sus espaldas un estrépito de sillas removidas, puertas abiertas de golpe, precipitadas carreras, suspiros de pechos comprimidos, algo semejante a la fuga pavorosa del público en un local que se incendia. La misa había terminado y las señoras corrían a sus camarotes para cambiar de ropas y reparar el desorden de sus rostros.
Pero el tío Ventolera, con su inconsciencia senil, convencido de la importancia de todo lo suyo, había ya empezado su historia, y Jaime, vuelto de espaldas, echaba el cuerpo fuera de la borda, mirando las profundidades del mar, para no oír una vez más lo que sabía de memoria.
Pasaban ante el luminoso redondel como una nube de proyectiles negros. Al agotarse la provisión, los comisionistas musculosos y los pastores de las praderas cogieron las sillas y las mesas de la cubierta, y todo comenzó a pasar sobre la borda, cayendo en el agua con ruidoso chapoteo.
Los tres que quedaban se acercaron rápidamente y observaron el remolino. Se sentaron en la borda, silbando despacio, con la vista perdida a lo lejos. Uno se bajó y se tendió en el puente, cansado. Los otros desaparecieron uno tras otro. A las seis, el último se levantó, se compuso la ropa, apartóse el pelo de la frente, caminó con sueño aún, y se tiró al agua.
De la Babia de Todos Santos pasé á la de la Union. Las canales que conducen de una y otra tienen poco fondo: las chalupas no mas pueden atravesar. Reconocí al pasar la Isla Larga, y la de Borda, pero una y otra ofrecen muy pocos recursos.
¿Quién sabe si el mar aborda detrás del eco postrero de la canción lenta y sorda que, recostado en la borda, canta el bravo marinero? Mi ser tras de ti se lanza; sólo allí, en la inmensidad, el alma a entrever alcanza de su insegura esperanza la anhelada realidad. Del infinito en presencia, sólo la vital esencia puede sentir explicable el eterno e insondable misterio de la existencia.
Era una de las escampavías que había disparado un cañonazo. A este ruido inesperado, el desgraciado fraile dio un salto convulsivo, levantó instintivamente la cabeza por la borda, y, viendo las dos escampavías, la bajó rápidamente y se precipitó en el sollado haciendo repetidas veces la señal de la cruz.
Palabra del Dia
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