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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Sin aguardar más, a mano vuelta, según íbamos caminando emparejados, le dirigí una tremenda bofetada, que le hizo caer sobre los vagones estacionados sobre la vía del muelle. Me pareció entonces que me había dicho la injuria más atroz que a ningún ser humano puede dirigirse.

¡Pero si ha sido una broma, niña!... Perdóname, soy muy bruto. Pégame: dame una bofetada, que bien lo merezco. María de la Luz, con el rostro ligeramente arrebolado por el restregón de sus manos, sonreía vencida por la humildad con que el novio imploraba su perdón. Te perdono, pero márchate en seguía. ¡Mira que van a salir!... , ¡te perdono! ¡te perdono! No seas pelma. ¡Vete!

Los del grupo de éste le persuadían de que una bofetada no tenía valor alguno cuando la daba un ser tan insignificante como Grass. Todos por acuerdo tácito hablaban en falsete. No se oía más que un murmullo suave como el de un confesonario. Pero la voz fuerte, estridente de Timoteo rompía de vez en cuando aquel silencio. ¡Lo que yo quiero saber es por qué me pega a ese tío gordo! ¡Chis! ¡chis!

El gallo no cantó, pero sucedió una cosa peor. El Naranjero dijo con tranquilidad amenazadora y poniéndome una mano en el pecho: Arto, señorito, no se descomponga usté, que no va haber quien le arregle. ¡A usted es a quien voy yo a arreglar, canalla! grité con incomprensible rabia. Y diciendo y haciendo, le largué una bofetada. ¡Caso extraño!

La bofetada que he dado a «ésos» no asistiendo al coro por no rozarme con ellos me ha puesto de un humor magnífico. Para que conste mejor mi intención, he venido a verte. Quiero que sepan que estoy bien, que lo de la enfermedad no es cierto.

La gente parábase entre asombrada y curiosa, el cochero reía abriendo sus quijadas de a palmo, y el vejete, cabizbajo, como si todo aquello no rezase con él, escurríase discretamente entre el gentío. Era que la amazona de la huerta, al sentir el primer pellizco del viejo pirata, había contestado con una bofetada, contenta en el fondo de que alguien pusiera a prueba su virtud.

Luego, como si despertase en ella de repente la altiva ricahembra al ignominioso contacto de una bofetada, arrancóse ambas cruces del pecho y las arrojó en el suelo...

A la hora en que le sorprendemos no se había ganado más que una bofetada; caso extraño, porque en estas noches de jolgorio solía encontrarse con media docena, por lo menos. Algo desengañado bajo este aspecto, no tanto por las bofetadas como por lo que las precedía, movíase impaciente echando miradas carniceras en torno suyo, sin hallar un sitio lo bastante ameno y deleitoso para fijar sus pasos.

¡Aurora, Aurora es! exclamó la joven dando un salto en su lecho, y mirando a su marido como miran las personas de honor que han recibido una bofetada. Ella es. Hace tiempo que el corazón me decía algo de esto, pero muy bajito, y yo no lo quería creer. Estoy tan seguro de lo que afirmo, que no puede ser más.

Á los primeros días se cruzan ofrecimientos, á los siguientes palabras, y en los restantes ... ¡ah! en los restantes ya no se cruza más que alguna que otra bofetada entre hombres, y más que algún chisme entre el bello sexo, que en una larga navegación ni aun es bello, pues el pobre sexo toma un color, un genial, y aun cuando tiene excepciones, un lenguaje que les digo á ustedes, que más de una vez hemos recordado el Avapiés y la calle de Toledo.

Palabra del Dia

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