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Actualizado: 19 de junio de 2025
Osuna vaciló todavía un instante, echó una mirada de misericordia al inválido; pero viendo su rostro espantable, se resolvió al fin. Alzose sobre la punta de los pies y descargó una sonora bofetada en la mejilla del sacerdote. ¡Jesús! exclamó la huéspeda. ¡Eso es una iniquidad!
Pero Quino, en quien por desgracia el escepticismo había hecho presa hacía ya largo tiempo, le clavó una mirada escrutadora y dijo con sorna: ¿Sabes, Bartolo, que esa bofetada que soltaste me parece que dió la vuelta antes de llegar á su sitio? ¿Por qué lo dices, puño? preguntó encrespándose el hijo glorioso de la tía Jeroma. Porque tienes la cara como si antes de llegar hubiese rebotado.
Si todos los calaverillas madrileños hubieran presenciado esta escena, es más que probable que el mayorazgo no hubiera tenido que sentir más en igual género; pero como no todos los susodichos traviesos estaban allí cuando la primera bofetada, tuvo que pegar la segunda un poco más abajo, y la tercera más adelante, hasta que juzgó prudente ir á vestirse con su traje provincial, renegando de la independencia madrileña y de la educación y tolerancia de las «personas decentes».
En punto á duelos, sólo conocía los del boxeo; pero se confiaba á la pericia del coronel y apoyaría cuanto dijese... Inmediatamente había vuelto á su mesa. Miguel dió sus instrucciones á Toledo. Un encuentro en condiciones duras, como aquellos que él había presenciado en Rusia. No podía ser menos: había recibido una bofetada.
Ya que no crees en nada de la religión dijo tras una larga pausa, con una sonrisa dulce que daba miedo, tampoco creerás en Jesús... ¿Qué es para tí nuestro divino redentor? ¡Con qué alegría habló Aresti, lentamente, con voz suave é incisiva, como si quisiera que cada palabra suya fuese una bofetada sobre aquellos ojos azules que le miraban con desprecio!...
El viejo alzó la mano y descargó una tremenda bofetada, una bofetada de carpintero, en el rostro de su yerno.
Calló un momento, herido por aquella frase cruel. Luego dijo con humildad, acercándose á ella: Sabes que soporto todo cuanto tú quieras... hasta una bofetada en medio de la calle... Te quiero tanto, ¡tanto! que si me mandases tirarme por la muralla, me tiraría... si se te antojase la cruz de la custodia, iría á robarla para ti... Pero hay cosas que hieren más que una bofetada, más que una puñalada en el corazón... Te ruego, por tu salud y por la de tu madre, que no me des más celos... Mira que me estás quitando la vida...
Pues pa que vea que me perdonas de veras, dame una bofetada. ¡O me la das o no me voy! ¡Una bofetada!... ¡Bueno estás tú! Ya sé lo que quieres, ladrón: toma y vete en seguía. Sacó por entre los hierros, echando atrás el cuerpo, una mano de suave almohadillado y graciosos hoyuelos. Rafael la cogió para acariciarla con arrobamiento.
En el momento que hablaban apareció corriendo el domador, pensó sin duda en abalanzarse sobre Martín, pero comprendiendo que no le alcanzaría se vengó en la niña y le dió una bofetada brutal. La chiquilla cayó al suelo. Unas mujeres se interpusieron é impidieron al domador siguiera pegando a la pobre Linda. Tó lo has metido dentro, ¿verdad? gritó el domador en francés.
Usted ha sido siempre muy hombre dijo la jardinera . Yo se lo digo muchas veces a ciertos curitas qué hablan de usted, criticándolo por si patatín o patatán. «No jueguen ustedes con Su Eminencia, que es muy capaz de entrar un día en el coro, y a éste quiero y a éste no, sacarlos a todos a bofetada limpia.»
Palabra del Dia
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