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Actualizado: 23 de julio de 2025


Mi hijo, mi pobre hijo viviendo como un esclavo, sufriendo hambre, recibiendo golpes, él tan noble, tan hermoso... y su madre aquí, haciendo la niña, extasiándose con unos amores ideales, dando paseos poéticos por los jardines, cambiando besos... un romanticismo de vieja. Las locuras del juego aún podían tolerarse.

Barbara y fiera crueldad, y estraña confusion de accidentes, que puedan en un mismo tiempo andar juntos los brazos con el cuchillo, y los besos con la muerte, efectos todos de la pasion de un amante.

Acaso... profirió el joven balbuciendo. Elena llevó a su cuñada hasta la butaca de paja, la hizo sentarse en ella y cubrió su rostro de besos. Después vino a plantarse delante de Tristán que continuaba sentado. ¿Acaso qué...? vamos a ver. Acaso haya dicho a Clara algunas palabras mortificantes... ¿Y con qué derecho dice usted a Clara palabras mortificantes? Con ninguno.

¡Misterio de mi vida! ¡Oh mi queja infinita! ¡Sólo a ti te comprende, mi fiel madre bendita, Que con su santo beso, regenera mi amor!... Hay como besos locos de bocas olorosas, hay brisas perfumadas de lejanos abriles, hay aromas quiméricos de mileguas y rosas, al oscular la aurora los dormidos pensiles. Hermosa está Natura. Albarizos encajes pueblan el azúl cielo.

La postrera de todas trae las miradas impregnadas de amor, la boca prometedora de besos, pero al mismo tiempo sus labios murmuran una palabra: «Imposible». Es Cristeta. Don Juan, reconociéndola, suplica, implora, ruega, grita, procura detenerla, y nuevamente el fantasma se disipa, dejándole en las manos la sensación de un sudor frío y pegajoso. <tb>

Y ya Pedro Carvallo había recogido la espada; y sin tener en cuenta en su furiosa locura la magnanimidad de Morsamor, se disponía de nuevo a embestirle, cuando Morsamor se sintió de repente ceñido el cuerpo en estrecho abrazo y cubierto el rostro de besos. Donna Olimpia, In tutto il vezzo, della sua persona,

Un día, cuando ya puede decirse que estaba moribunda, la sorprendió Raimundo de rodillas limpiando con un paño el pie de una mesa. Quedó estupefacto, y después de reñirla cariñosamente la levantó cubriéndola de besos. Una amiga devota que vino a visitarla la insinuó que debía confesarse. Isabel se impresionó tristemente.

La madre y la hija siguieron charlando en el mismo rincón sobre el mismo tema, recibiendo la primera un sinnúmero de abrazos y besos apretadísimos. Esto no es para decía con cierta expresión entre alegre y melancólica. , mamá, replicaba la joven abrazándola con más fuerza.

Quería verte sin que me vieras murmuró con voz quejumbrosa .Verte una vez más. Me he escapado del Real... No podía vivir pensando que aún estabas aquí. Y ahora, ¡adiós!... No; besos, no. ¡Adiós! El cochero, obedeciendo sin duda a una orden anterior, dio un latigazo al caballo, y Fernando tuvo que apartarse. Una rueda pasó junto a sus pies.

Dímelo , Leonor, que estuviste ayer en el cuarto de mamá, cuando yo fui a paseo. ¡Mamá mala, que no te dejó ir conmigo, porque dice que te he puesto muy fea con tantos besos, y que no tienes pelo, porque te he peinado mucho!

Palabra del Dia

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