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Actualizado: 4 de junio de 2025


A la derecha, abríase el valle de Azpeitia, cruzado por el Urola, alegre también y risueño, ligando al pueblo con el Santuario como con un lazo de flores, pareciendo su alegría, sobre el tinte melancólico de todo el paisaje, un ramo de rosas sobre la tumba de un justo, una dulce sonrisa sobre el austero rostro de un trapense; el alto Izarraiz, verde en la falda como la vida en su primavera, áspero y ceniciento en la cumbre como la vejez ya desengañada, cerraba bruscamente el fondo, y en medio de todo aquello, elevada sobre la tierra, inalterable entre lo alegre y lo triste, indiferente entre lo pobre y lo rico, elevábase la estatua de san Ignacio, la imagen de la santidad, serena siempre, igual, tranquila, orando y bendiciendo.

53 y estaban siempre en el Templo, alabando y bendiciendo a Dios. Amén. 2 Este era en el principio con el Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. 6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Representaba cuatro o cinco años, estaba en pie, sin más traje que una camisilla muy almidonada, tenía tras la cabeza un sol de metal blanco, la mano derecha extendida con el índice y el dedo de corazón muy tiesos, como bendiciendo a las gentes, y en la izquierda sostenía un globo azul salpicado de estrellas: el pelo rubio, muy ensortijado, los ojos intensamente azules, sin vida ni expresión, semejaban enormes cuentas de vidrio, las pestañas recias y mal puestas, como cerdas, la boca una mancha abermellonada, y las carnes tan sonrosadas, tirando a rojizas, que parecían de muñeco para estudio anatómico; toda la figura, en fin, exenta de la divina gracia y dulce poesía que debiera tener.

«Es preciso averiguar si realmente ha muerto Rumblar... ¿Entrará al fin Inés en la familia de su madre? ¿La perderé para siempre? ¿Debo reírme de mi necia y ridícula aspiración? ¿Un hombre como yo puede subir a tanta altura? ¿La misteriosa obscuridad de los tiempos venideros ocultará alguna cosa que destruya este nivel espantoso? ¿Puedo esperar o resignarme desde ahora, bendiciendo la mano de la Providencia que me arroja en el polvo de donde nunca debí intentar salir

21 A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera a aquel hombre si nunca hubiera nacido. 22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dio, y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo. 23 Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dio; y bebieron de él todos.

Pero se me ocurre que te escribo a otro mundo, donde un día, dentro de mucho tiempo, podrás leerlas sin que pueda hacerte daño su amargura. ¡Si supieras lo que a pesar de todo hay para ti en mi corazón! ¡Y si supieras la extraña alegría con que pienso a veces que voy a morir, idealizada por el sacrificio, perdonando a todos y bendiciendo tu gran amor a Julio!

64 Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo a Dios. 65 Y hubo temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas. Y la mano del Señor estaba con él. 67 Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: 68 Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo,

9 no volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo, sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en herencia. 10 Porque: El que quiere amar la vida, y ver los días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; 11 apártase del mal, y haga bien; busque la paz, y sígala.

Para evitar tiempo, papel y paciencia, diremos que en fuerza de acosar y prometer el uno, acabó el otro por ir largando trapo, hasta que del último remiendo de los calzones sacó un magnífico cronómetro de bolsillo, alhaja que, sin conocerla, le había dado tanto que discurrir. Á su vista, el buen señor quedóse haciendo cruces y bendiciendo á la Providencia en sus adentros.

Palabra del Dia

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