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Satisfecho de la fortaleza de Gallardo, como si fuese su progenitor, enumeraba las heridas que llevaba recibidas, describiéndolas como si las viese a través de las ropas. Los ojos de la dama le seguían en este paseo anatómico con sincera admiración. Un verdadero héroe; tímido, encogido y simplote, como todos los fuertes. El apoderado habló de retirarse.

Era D. José Bailón un animalote de gran alzada, atlético, de formas robustas y muy recalcado de facciones, verdadero y vivo estudio anatómico por su riqueza muscular. Ultimamente había dado otra vez en afeitarse; pero no tenía cara de cura, ni de fraile, ni de torero. Era más bien un Dante echado á perder.

Representaba cuatro o cinco años, estaba en pie, sin más traje que una camisilla muy almidonada, tenía tras la cabeza un sol de metal blanco, la mano derecha extendida con el índice y el dedo de corazón muy tiesos, como bendiciendo a las gentes, y en la izquierda sostenía un globo azul salpicado de estrellas: el pelo rubio, muy ensortijado, los ojos intensamente azules, sin vida ni expresión, semejaban enormes cuentas de vidrio, las pestañas recias y mal puestas, como cerdas, la boca una mancha abermellonada, y las carnes tan sonrosadas, tirando a rojizas, que parecían de muñeco para estudio anatómico; toda la figura, en fin, exenta de la divina gracia y dulce poesía que debiera tener.

Que sea interno ó externo, que sea una idea ó un objeto, el hecho ha de existir; es necesario comenzar por suponer algo; á este algo le llamamos hecho: quien los niega todos ó comienza por dudar de todos, se asemeja al anatómico que antes de hacer la diseccion quemase el cadáver y aventase las cenizas.

No; una pieza tan hermosa no la destrozaría el desmañado Juanito. A ver, Rafael, que, como aprendí de médico, entendería de estas cosas. Las niñas protestaron, recordando las espeluznantes relaciones que su hermano las había hecho varias veces, para asustarlas, describiendo sus hazañas en el anfiteatro anatómico. No, Rafael no gritó Amparito . Si él toca el capón no comemos.

Mi amigo Periquito es hombre pesado como los hay en todos los países, y me instó a que pasase el día con él; y yo, que había empezado ya a estudiar sobre aquella máquina, como un anatómico sobre un cadáver, acepté inmediatamente. Don Periquito es pretendiente a pesar de su notoria inutilidad.

Se hacía una descripción, bastante cómica por cierto, de estas anomalías y se le invitaba a él, gran anatómico, gran paleontólogo, gran embriólogo, para que viniese a examinarlo y emitir su opinión. No bien hubo leído la carta el ingenioso Sánchez, cuando comunicó a la familia su propósito de trasladarse aquella misma tarde a Carabanchel. Se aplaudió su decisión: se le facilitaron los medios.