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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Lo que yo supongo, y lo que creo casi a pies juntillas, es que el tirano, benévolo o malévolo, monarca o tribuno, presidente de la república, alcalde de monterilla o cacique, se cría, se nutre o respira en el medio ambiente, cumple la voluntad de los más o de los que más valen por el número o por la energía, y no sería lo que es si no le prestasen auxilio y apoyo para que tal sea.
El ostiak, después de haberle dado el último golpe y haberlo tendido, cubierto de sangre en la nieve, se arrodilla ante el cadáver para implorar su perdón y le dice: «Te he matado, pero teníamos hambre mi familia y yo, y eres tan bueno, Dios mío, que habrás de perdonar mi crimen.» Sin embargo, no nos hace á nosotros el efecto de un dios, pero parece honrado, cándido y benévolo. ¡Qué bien practica las virtudes familiares! ¡Qué bueno es para sus cachorros, y qué alegres, saltarines y caprichosos son éstos!
Por lo tanto, Rogerio Chillingworth, el hombre hábil, el médico benévolo y amistoso, trató de sondear primero el corazón de su paciente, rastreando sus ideas y principios, escudriñando sus recuerdos y tentándolo todo con cautelosa mano, como quien busca un tesoro en sombría caverna.
Y finalmente, por no ser molesto en esta descripcion, digo que es el mejor temperamento, y mas benévolo que se halla en toda la América, porque parece un segundo paraiso terrenal, segun la abundancia de sus arboledas, ya de cipreses, cedros, pinos de dos géneros; ya de naranjos, robles y palmas, y abundancia de diferentes frutas muy sabrosa: y es tierra tan sana que la gente muere de puro vieja, y no de enfermedades, porque el clima de aquella tierra no consiente achaque ninguno, por ser la tierra muy fresca, por la vecindad que tiene de las sierras nevadas.
Y se puso a bailar un minueto. Vaya exclamó D. Paco, echándosela de benévolo, pero afectando mucha seriedad les perdono lo que ha pasado si se acaba este jaleo, y va cada una a su puesto. La señora viene. Inés continuaba en la reja atisbando afuera, y también a ratos decía: ¡Que va a llegar! Presentación volvió a cantar, y luego dijo: Paquito de mi alma, si bailas conmigo te doy otro beso.
La voz del alcalde, señor Aubry de Chanzelles, llega por primera vez a los oídos de Juan. El alcalde habla con claridad en un tono grave y benévolo. En vez de amonestar a aquella mujer, llamada a justificar las ausencias demasiado frecuentes de su hijo a la escuela, se afana en demostrarle la necesidad de velar sobre la instrucción y desarrollo de la inteligencia de los niños.
La comida continuaba y en todas las mesas subía poco á poco el tono de las conversaciones. Era la hora benéfica en que los estómagos contentos reparten por todo el ser una especie de beatitud. Maugirón estaba benévolo y no se burlaba de Frecourt. El mismo Sorege, sentado en la mesa grande, bastante lejos de los dos amigos, sonreía, menos enigmático que de costumbre.
El señor mi maestro me quiere mucho, y es conmigo demasiado benévolo. Deseo trabajar, y estoy seguro de adelantar al lado de persona tan recomendable. ¡Quién no sabe que es usted el primer abogado del Estado de Veracruz! Castro Pérez se hinchó como un pavo, se meció en la poltrona, fingió sonrojarse, y me dijo: ¡Al grano! ¡Al grano! ¿Conoce usted el ramo? No, señor.
Pero como es sabido que si el orador no se pone en completa é íntima relación con su auditorio, los pensamientos carecerán de vida y color, y la frase quedará desmayada y fría, es de perdonarse que nos imaginemos que un amigo, sin necesidad de que sea muy íntimo, aunque sí benévolo y atento, está prestando oídos á nuestra plática; y entonces, desapareciendo nuestra reserva natural, merced á esta especie de intuición, podremos charlar de las cosas que nos rodean, y aun de nosotros mismos, pero siempre dejando que el recóndito Yo no se haga demasiado visible.
Pero, lejos de ser un personaje siniestro, don Recaredo era todo lo contrario: afable, hospitalario y benévolo como pocos.
Palabra del Dia
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