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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Lo que primero atrajo mis miradas fue la extrañeza de sus bastones, que eran unos garrotes retorcidos y con gruesísimos nudos. No se les veía la barba, porque la tapaba la corbata, especie de chal, que dando varias vueltas alrededor del cuello y prolongándose ante los labios, formaba una especie de cesta, una bandeja, o más bien bacía en que descansaba la cara.

Primero lo debieron a la naturaleza respondió el Cojuelo, y prosiguió diciendo ; Aquel gigante que viene sobre un dromedario, con un ojo, y ése ciego, solamente, en la mitad de la frente, con un árbol en las manos de suma magnitud, lleno de bastones, mitras, laureles, hábitos, capelos, coronas y tiaras, es Polifemo, que después que le cegó Ulises, le ha dado la Fortuna a cargo aquella escarpia de dignidades, para que las reparta a ciegas y va siempre junto al carro triunfal de la Fortuna, que es aquel que le tiran cincuenta emperadores griegos y romanos, y ella viene cercada de faroles de cristal, con cirios pascuales encendidos dentro dellos, sobre una rueda llena de arcaduces de plata, que siempre está llenándolos y vaciándolos de viento, y esotro pie, en el elemento mismo, que está lleno de camaleones que le van dando memoriales, y ella rompiéndolos.

D. Fernando Colón, testigo presencial, refiere que, visto su demasiado atrevimiento, por espantallos, mandaba tirar el Almirante alguna lombarda de cuando en cuando, y que ellos respondían con gran grita, dando con sus bastones en las ramas de los árboles, haciendo grandes amenazas y mostrando no tener temor del sonido ó estruendo de las lombardas, pensando que debían ser como los truenos secos sin rayos, no más de para causar espanto; y que porque no tuviesen tan gran soberbia, ni menospreciasen á los cristianos, mandó que una vez tirase una lombarda contra una cuadrilla de gente que estaba junta y apeñuscada en un cerrito, y dando por medio dellos la pelota, hízoles cognocer que aquella burla era también rayo como trueno, por tal manera que después aun tras los montes no se osaban asomar

Privados de ir más adentro, á causa de su uniforme, permanecían allí, mirando con cierta envidia á los «civiles». Unos se mantenían erguidos, sin dolencia visible, con una delgadez de aguiluchos, la nariz picuda, los ojos audaces, el bigote alborotado; otros, de cara juvenil, se encogían como valetudinarios, apoyados en sus bastones, con el pecho hundido bajo las desmayadas arrugas del paño del uniforme, y haciendo una larga pausa de reconcentrada voluntad cada vez que deseaban mover sus piernas.

Se limpia la casa cuando vienen el teniente alcalde y el médico del Ayuntamiento con sus bastones de borlas, y se ha de dejar sucia cuando viene el... Pero cállese usted hombre, por amor de Dios esto se lo decía al ciego de la guitarra, que habiéndose enterado de la presencia de la señora, quiso que esta conociera la suya, y se acercaba tanto, que al fin parecía querer meterle por los ojos el mango del instrumento.

La muchedumbre se abría para dejar paso a las bestias, pero muchos se abalanzaron al carruaje como si quisieran caer bajo sus ruedas. Agitábanse sombreros y bastones: un estremecimiento de entusiasmo corrió por el gentío; uno de esos contagios que agitan y enloquecen a las masas en ciertas horas, haciendo gritar a todos sin saber por qué: ¡Olé los hombres valientes!... ¡Viva España!

Allí el antiguo arcabuz de chispa alternaba de igual a igual con el moderno rifle americano de doce tiros, el estoque cilíndrico de hierro con el espadín pavonado que guardan los nuevos bastones, el cachorro tosco de bronce con el revólver nielado.

La hermosa capa, agarrada por varias manos, fue extendida en el borde de la valla como si fuese un pendón, símbolo sagrado de bandería. Los partidarios más entusiastas, puestos de pie y agitando manos y bastones, saludaban al matador, manifestando sus esperanzas. ¡A ver cómo se portaba el niño de Sevilla!...

Golpeamos el pavimento con nuestros bastones y tanteamos las paredes para complacer a nuestro político huésped, no por otro motivo, pues estábamos del todo conformes en ser víctimas de cualquier diestro manejo. De se decir que me sentía dispuesto a dejarme engañar, y si me hubiesen ofrecido una explicación de lo que siguió, probablemente la hubiera excusado.

Entonces llegaron, y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 52 Entonces Jesús le dice: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán. 53 ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles? 55 En aquella hora dijo Jesús a la multitud: ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con bastones a prenderme?

Palabra del Dia

hociquea

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