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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Baldomero se interrumpió de pronto, poniéndose de pie y mirando a la distancia atentamente en forma que despertó la curiosidad de todos, que se levantaron también preguntándole: ¿Qué mira?... ...Allá... Si no me engaño... viene un coche... y viene para acá... ¿Dónde? ...Allá... bajando la loma... ¿ve?... derechito a la tranquera... ¡Es cierto! dijo Lorenzo. Ahora lo veo perfectamente.
¡Sí, hombre! si Baldomero lo ha comprendido y me lo ha dicho anoche. Creo que él piensa hablarle... ...¡Qué colmo sería!... Entretanto el Platero había disminuido sus impulsos y galopaba tranquilo como un caballo definitivamente domado. Sujetemos, don Melchor. Sujetemos contestó éste poniendo su caballo al paso.
Llegó entonces D. Baldomero, anunciándose antes de entrar con estas alegres voces: «¿En dónde está ese anti-patriota?». Cuando apareció en la puerta, con los brazos abiertos, fue Moreno a dejarse estrechar en ellos. «Bien, padrino; está usted hecho un muchacho». ¿Y tú, perdido? Me dijeron que estabas algo delicado.
¿Mate?... Creo que mis compañeros quieren algo más sólido... ¿qué tal, Lorenzo?... Venimos a tus órdenes. ¡Eso quiere decir que hay apetito!... ¿No te decía yo?... y agregó, alzando la voz: ¡Baldomero! ¡A la orden, don Melchor! ...aquí hay gente curiosa por ver lo que ha traído en la canasta.
A la par de la destrucción de todas las instituciones que nos esforzamos por todas partes en copiar a la Europa, iba la persecución al frac, a la moda, a las patillas, a los peales del calzón, a la forma del cuello del chaleco y al peinado que traía el figurín; y a estas exterioridades europeas se sustituía el pantalón ancho y suelto, el chaleco colorado, la chaqueta corta, el poncho, como trajes nacionales, eminentemente americanos, y este mismo don Baldomero García que hoy nos trae a Chile el Mueran los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios, como «signo de conciliación y de paz», fué botado a empujones del Fuerte un día en que, como magistrado, acudía a un besamanos, por tener el salvajismo asqueroso e inmundo de presentarse con frac.
En la estancia van a conocer ustedes a Baldomero, el capataz, un tipo genuinamente criollo, que ha tenido sus contrastes y sus desgracias, pero que es amable y jovial en todos los casos y que al preguntarle una vez: «¿Cómo le va, Baldomero?...» me contestó así: «Aquí vamos, don Melchor, tragando amargo y escupiendo dulce.» ¡Qué hermoso! dijo Lorenzo.
Inútilmente el Cigarrero brincaba con heroísmo delante de los cuernos, metiéndole el trapo por los ojos; inútilmente Lagartijo y el Gordo le echaban también los capotes, exponiéndose a morir; el toro, como si tuviese algún agravio del infortunado Baldomero, no atendía a nada, y lo recogió otra vez y otra vez lo tiró al aire.
Santa Cruz y Arnaiz. Vistazo histórico sobre el comercio matritense i Don Baldomero Santa Cruz era hijo de otro D. Baldomero Santa Cruz que en el siglo pasado tuvo ya tienda de paños del Reino en la calle de la Sal, en el mismo local que después ocupó D. Mauro Requejo.
Los viajeros descendieron del coche, y entre saludos a la gente que les esperaba se dirigieron a la casa por un caminito del jardín, guiados por Melchor, que al entrar en las piezas les decía: ¡La sala... ya ven... hasta piano!... para ti, Ricardo, que eres tan aficionado... Sigan... éste es el escritorio del viejo... y alzando la voz gritó: ¡Baldomero!... haga traer luz; sigan, muchachos: el cuarto de mamá... estos dos son de las muchachas... éste no hay que presentarlo: ¿qué les parece?...
»Pinturas que son verdaderas fotografías con movimiento hay en su romance, y Baldomero, representante genuino de nuestros hombres de campo, de verba pintoresca y tranquilo razonar ecuánime, ha sido arrancado de la realidad él mismo, en medio de aquella naturaleza genuinamente argentina, de horizontes dilatados y soberana magnificencia.
Palabra del Dia
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