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Actualizado: 8 de mayo de 2025
¿Y se llama «Risueño» el petizo? preguntó sonriendo Lorenzo. ¿Sabe por qué le pusieron?... porque cuando siente el freno, que se lo van a poner en la boca, sabe levantar el labio, que parece que se estuviera riendo. ¡Ahí viene Ricardo!... ¡Qué toilette tan larga! No, es que me quedé hablando con Melchor; buenos días, Baldomero. ¿Cómo pasó la noche, don Ricardo?
...si se ha de incomodar... pero no son pavadas... no... señor... no... son... pa... va... das... repetía Baldomero, como hablando consigo mismo y en silencio continuaron durante todo el tiempo que duró la jira hasta que Melchor dijo: ¿Volvamos?... Volvamos... don Melchor. Hoy es el día de más calor que hemos tenido, ¿no te parece?...
No, no pases replicó Santa Cruz . En ese terreno concedo, concedo... Después hubo debate sobre quesos, diciendo D. Baldomero que los del Reino son también muy buenos. Luego tratose de las casas, que Moreno calificó de inhabitables. «Por eso todo el mundo vive en la calle».
Ya vuelve don Melchor dijo Baldomero, divisándolo a la distancia, desde la glorieta del jardín, hasta la que a duras penas se habían trasladado los «doloridos». ¿Dónde?... Allá... ¿ven?... derechito a la punta de aquel potrero... Yo no veo nada. ¡Pero, don Ricardo!... mire de aquí... por entre los dos «ombuses» aquellos... Y eso que se ve, ¿es Melchor?
¡Es claro! porque evocaría en mí el recuerdo de una situación moral inolvidable, acaso me ocurriera lo mismo volviendo a ver a Baldomero. ¿Dentro de veinte años? ¡Don Lorenzo!... ¡Estaré en el otro mundo!... ¿Usted cree en el otro mundo, Baldomero?...
Así es, Baldomero. ¡Siga! dijeron a dúo Ricardo y Lorenzo. ¡Vean los señores!... exclamó Baldomero. ...¡Si Mandinga no duerme!... ¿Mire que viniera a suceder!... ¿Y cuál sería?... Nada de eso replicó Lorenzo, me interesa, naturalmente, el caso de una niña, tan excepcional como ésta.
Melchor se puso visiblemente pálido y dejándose llevar por Baldomero salió del comedor.
Claro está, y según parece lo que don Casiano se proponía era poner a su hija a cubierto de las influencias del medio en que debía vivir, exactamente: tú lo has dicho. En eso yo no entro dijo Baldomero, pero que la Pampita es una muchacha decente... ¿eso?... ¡por donde la busquen!... Y póngala a la prueba, don Lorenzo. ¡Si yo no lo pongo en duda!
El escritorio no alteró jamás ciertas tradiciones venerandas del laborioso reinado de D. Baldomero I. Allí no se usaron nunca estos copiadores de cartas que son una aplicación de la imprenta a la caligrafía.
No, señor; eso, no... coma no más tranquilo... ¡Qué Baldomero éste... es la piel de Judas! ¡No me la vaya a quitar, don Ricardo, que no tengo otra...! Y a todo esto dijo Lorenzo, ¿qué programa tenemos para mañana? Si se animan iremos hasta lo de Anastasio. ¿A caballo, Melchor? ¡Claro está! ¿No es muy lejos para un «debut»? ¡No, hombre! Yendo en buenos caballos y despacio...
Palabra del Dia
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