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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Puede hablar, Baldomero, todo lo que quiera, lo que es por ... Yo digo por el respeto, ¿no?... porque a la verdad, que si el patrón llegase a venir... ¿El qué?... ¡Hable claro!

No habían andado dos leguas, cuando Baldomero exclamó: Pará, ché Hipólito; aquel hombre viene queriendo alcanzarnos. En efecto, era un peón de Garona, que al llegar próximo al break y antes de que su caballo se detuviera del todo, se arrojó de él, bajándole la rienda, y dirigiéndose a Melchor le dijo: Aquí le traía estos telegramas.

¿Para qué hora piensan salir? Yo voy a ir a despertarlo. Será, señor, si no hace un paseo más largo... ¿Qué paseo? El galope con la «Pampita»... La «Pampita»... la «Pampita»... repetían Lorenzo y Ricardo. En el momento en que Lorenzo abría la puerta para salir al corredor, llegaba Baldomero con el mate en la mano. ¡Vaya, don Lorenzo, así me gusta! Ya ve: lavado y listo. ¿Y los compañeros?

Descendieron los paseantes y al entrar al hotel, dirigiéndose al comedor, don Saverio se aproximó a Baldomero y le dijo al oído: El asado se pasó un poquito, ¡vea! ¿Por qué no lo retiró, amigo? ¡Eh, qué quiere!... ¿Sabe?... es tarde... ¿Qué dice? preguntó Melchor a Baldomero. El hombre está afligido porque nos hemos demorado.

El que correspondería al mayordomo... un establecimiento como éste... aunque no sea gran cosa, necesita un mayordomo. ¿Y Baldomero?... Por ahí andará dijo Melchor como si contestara a la pregunta, dirigiéndose hacia su zaino y agregó: cuando quieran. Los dos viajeros se despidieron de todas las personas del servicio y al disponerse a hacerlo con Melchor, éste les dijo: Los voy a acompañar.

Bueno, vamos... será hasta luego. Hasta cuando usted mande contestó el viejo por todos, y agregó señalando a Baldomero con una guiñada picaresca; Y no se olvide, don Melchor: le recomiendo que me lo atienda... al recomendao. ¡Yo te he de dar!... viejo pícaro dijo cariñosamente Baldomero. ¡Disculpas! le replicó el viejo riendo y agregó: ...Por tratarme de vos... ¡confianzudo el mocito!...

No, Baldomero, esa agua no enferma a nadie; pero fíjese usted que es tan observador insistió Melchor, que ningún animal come y bebe al mismo tiempo. El único es el hombre; los demás animales comen cuando tienen hambre y beben cuando tienen sed. ¿Sabe que es cierto?... La observación no es mía... la he leído... no dónde... y la sigo... Yo también dijo Ricardo, por eso no como con agua...

Aquella fiesta dejó en el espíritu de Lorenzo, de Ricardo y aun de Rufino, una penosa impresión que se trasmitieron mutuamente mientras Melchor, que la había engendrado, tomaba el baño que todas las tardes le preparaba Ramona. Yo no me debo meter, niño; pero, en mi sentir, don Melchor va mal decía Rufino, y diga que don Baldomero no le pierde pisada...

Tu espíritu continuó Melchor atentamente escuchado por Baldomero está ante la idea de Dios, por ejemplo, en estado sólido; el de Lorenzo en estado líquido, o de equilibrio indiferente, y de ahí pasará al estado gaseoso, que le permitirá elevarse... elevarse cada vez más y sentir energías, ante las cuales toda presión resultará estéril para volverlo a sus estados anteriores.

¡Así!... decía Baldomero, juntando los dedos de ambas manos, y riendo placenteramente, ¡así!... va a caer gente el domingo...¡Si se me hace que no va a faltar nadie!... ¿Y vendrán muchachas? preguntó Lorenzo.

Palabra del Dia

hociquea

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