Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de mayo de 2025


Baldomero era juicioso, muy bien parecido, fornido y de buen color, cortísimo de genio, sosón como una calabaza, y de tan pocas palabras que se podían contar siempre que hablaba. Su timidez no decía bien con su corpulencia. Tenía un mirar leal y cariñoso, como el de un gran perro de aguas.

¡Que usted no estaba aquí y ahora está! ¡Me había alarmado, caramba! Celebrando la ocurrencia de Baldomero se repitió la presentación de los huéspedes y el grupo se dirigió hacia el gran break de la estancia que se encontraba al otro extremo del andén. Al recorrer éste, Melchor fue objeto de las más afectuosas demostraciones: ¡Don Melchor! ¡cuánto gusto!... ¡Don Melchor!... ¡qué alegría!...

Cuando Lorenzo se encontró sobre el tostado, exclamó: ¡Qué caballo tan ancho! Así es; , señor; es un poco «sillón» le contestó Baldomero, pero ignorando Lorenzo la acepción en que se empleaba esta palabra, dijo a su vez: ¿Sillón?... Esto parece más bien sofá... ¡me hace doler las piernas! Pero tiene buen andar, don Lorenzo; y a éste puede castigarlo sin asco. ¿Es muy lerdo?

A los dos meses de casados, y después de una temporadilla en que Barbarita estuvo algo distraída, melancólica y como con ganas de llorar, alarmando mucho a su madre, empezaron a notarse en aquel matrimonio, en tan malas condiciones hecho, síntomas de idilio. Baldomero parecía otro.

Creo que ... no estoy seguro... esta mujer vivió con un soldado de la policía, al que lo mataron en un boliche, y después se unió con Anastasio... es todo lo que . Está el almuerzo, niño dijo el sirviente; y los dos amigos pasaron al comedor. Al terminar el almuerzo se presentó Baldomero y preguntó: ¿Dónde la va a poner a Ramona, don Melchor?

Melchor las tomó con cierta displicencia, preocupado con el incidente en el Paso, y fue a sentarse en el escritorio, donde se aplicó a la tarea de leerlas mientras Lorenzo hacía lo propio acompañando a Ricardo en la mesa, junto con Baldomero.

Vamos en seguida, Baldomero; háganos poner estas cosas en el break. Y diga, don Lorenzo, ¿por qué no le hablan a don Melchor?... puede que cambie. Es inútil, Baldomero, él ha visto perfectamente que nos vamos y no nos ha dicho ni una palabra... ¡Cómo ha de ser!... ¡Hágalo por los viejos! dijo Baldomero dejando caer unas lágrimas que quedaron como engarzadas en las puntas de su barba entrecana.

No hay necesidad; al viejo le parece bien todo lo que yo hago, y tratándose de una cosa así, más. Al tomar los caballos, dijo Ricardo: ¡Baldomero!... ¡bajo su responsabilidad! Monte sin cuidado, señor. ¡Si el malacara es una dama!

Asimismo era interior el despacho de D. Baldomero. Estaban abonados los de Santa Cruz a un landó. Se les veía en los paseos; pero su tren era de los que no llaman la atención.

Aquí es necesario estar muy advertido, Ricardo dijo Melchor, porque aquí... el que no corre... ¡Dispara, don Melchor! dijo Baldomero completando picarescamente la frase y dirigiéndose a entrar al comedor. Parece que hay apetito, señores. Es verdad, Baldomero... hasta yo estoy comiendo con gusto. ¿Qué sabe no tener ganas, don Lorenzo? Pocas, generalmente... pero hoy tengo... es el aire del campo.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando