United States or Bangladesh ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pero no sin disponerme a concluir el paquete de cigarrillos, antes de que el sueño venga. Y aquí está la causa: bailé anoche con María Elvira. Y después de bailar, hablamos así: Estos puntitos de la pupila me dijo, frente uno de otro en la mesita, no se me han ido aún. No qué será... Antes de mi enfermedad no los tenía. Precisamente nuestra vecina de mesa acababa de hacerle notar ese detalle.

Yo estaba sentado en uno de aquellos viejos sofás, al lado de Gloria. Le pregunté si quería bailar y me respondió que no sabía. En Andalucía, casi todas las jóvenes saben los bailes del país porque se les toma maestro o maestra para enseñarlos; pero a menudo ignoran los de sociedad, con ser mucho más fáciles. No importa; yo te enseñaré.

También pudimos distinguir entre otras una jovencita muy linda llamada Rosario, con quien el pollo que está a su lado no había podido bailar la noche del sarao de Elorza a causa de la guerra que el pianista tenía declarada a las mazurcas. Los marineros iban ya a zafar los cables para emprender la marcha, cuando de una de las falúas salió una voz preguntando: ¿Y las de Ciudad?

El conde tropezó a los pocos pasos con Fernanda Estrada-Rosa que venía de bracero con una amiga. Por lo visto no había querido bailar. Era la joven que hacía más viso en la ciudad por su belleza y elegancia y por su dote. Hija única de D. Juan Estrada-Rosa, el más rico banquero y negociante de la provincia.

Er Niño de Morón tocaba mejor... a lo que se pide... ¡Se entiende!... Nosotros no semos de teatro; allí to va pa lante... Tocamos pa que lo oiga la gente, ¿etá uté?, y pa que lo baile si quiere. Yo copié de Paco de Mairena, un tío que hasía bailar las mesas. Cuando agarraba la guitarra paesía que se la metía en er estómago... De filadelfias, na, ¿sabuté?

Y llegó, y la invitó a bailar; y Luz, sin dudar un solo instante, se levantó de su asiento, enlazó su brazo con el brazo que le ofrecía el mancebo, y se fue con él por el salón adelante... ¡Lo mismo que cuando se iban por los tortuosos y blandos senderos de su mundo! No bailaron..., ¡qué habían de bailar?

Al alejarse Antoñita después de una de esas visitas que hacía a Magdalena, Amaury, que acompañaba a ésta, le dijo: Ya que eres tan magnánima, ¿no te parece, Magdalena, que para que la reparación sea completa debo bailar con tu prima? ¡Naturalmente! respondió Magdalena. No había pensado en eso y se resentiría ella... ¡Cómo! ¿Que se resentiría? ¡Claro está!

Más famosa que él fué su esposa María de Córdoba y de la Vega, celebrada por los poetas más distinguidos de su tiempo bajo el nombre de Amarilis, y calificada en el reinado de Felipe III y á principios del de Felipe IV como la primera actriz de España, tan notable en declamar comedias como en cantar, bailar y tocar .

Tendré que aburrirme sin poder bailar... y eso que voy con tres hombres. ¡Qué suerte la mía! Pero alguien intervino como si hubiese escuchado sus quejas. Torrebianca hizo un gesto de contrariedad. Era un joven danzarín, al que había visto muchas veces en los restoranes nocturnos.

Te he querido de chiquita, cuando te hacía bailar sobre las rodillas y gorjeabas á mi oído pidiéndome alguna golosina: te he visto crecer y desarrollarte y volverte poco á poco una real hembra que hacía la boca agua á toos los gachós de la villa.