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Actualizado: 4 de mayo de 2025


El mendigo se viste como el lord, con la casaca del conde ó baronet, del banquero ó del ministro, con la diferencia de que los vestidos de estos son brillantes, limpios y magníficos, miéntras que sobre los miembros del obrero enhambrecido ó del indigente que pide limosna están asquerosos y hechos hilachas. El espíritu aristocrático y la vanidad los explican.

¡Esta mujer no tenía treinta y cinco años, caballero!... ¡Vea usted lo que queda de ella!... ¡Vamos! A callar exclamó volviéndose hacia los chicos; no se debe hacer ruido al lado de los muertos... Y además, por mucho que la llaméis, no ha de volver... Arregladme todos esos trapajos... Y , Eudosia, que eres la mayor, lava la cara a tus hermanos, para que no estén asquerosos cuando venga el cura.

Yo lo que digo, amigoMás tarde se le agregó inmundos, más tarde asquerosos, más tarde, en fin, don Baldomero García decía en una comunicación al Gobierno de Chile, que sirvió de cabeza de proceso a Bedoya, que era aquel emblema y aquel letrero «una señal de conciliación y de paz», porque todo el sistema se reduce a burlarse del sentido común.

Aquello era un conjunto de definiciones de pecados horribles, por ella nunca imaginados, descripciones de vicios asquerosos a su castidad desconocidos, alusiones a hechos absurdos, y advertencias estúpidas para precaver los delirios de la más corrompida torpeza.

No hace un mes que una madre argentina, alojada en una fonda de Chile, decía a uno de sus hijos que despertaba repitiendo en voz alta: «¡Vivan los federales! ¡Mueran los salvajes, asquerosos unitarios!»: «Cállate, hijo, no digas eso aquí, que no se usa; ya no digas más, ¡no sea que te oigan

En el momento de entrar Benina, acababan un juego, y antes de echar otra mano, el hijo de Doña Paca tiró sobre la mesa los asquerosos naipes, que en mugre competían con las manos de los jugadores; se levantó tambaleándose, y con media lengua y finura desconcertada, de la que suelen emplear los borrachos, ofreció a la criada de su suegra un vaso de vino. «Quite allá, señorito, yo ya he bebido... Se agradece...» dijo la anciana, rechazando el vaso.

Con la húmeda podredumbre de las úlceras, se pegaba a las sábanas el cuerpo del rey. Asquerosos insectos parásitos devoraban en vida su carne, y corrían bullendo por toda ella. Hedor insufrible llenaba aquel recinto. Cirios encendidos patentizaban su lobreguez y su tristeza. Le santificaban las más preciadas reliquias que para consuelo del rey se habían traído.

En una palabra, hacen un bosquejo; en un gesto, un retrato; y en un movimiento, una caricatura; se ríen de su obra y de aquí no pasa. La risa jamás llega al sarcasmo y nunca fabrican en sus labios el sucio barro en que modela la maledicencia sus asquerosos ídolos. La mujer de Filipinas, tiene muchísimo que estudiar. El que verdaderamente la llega á comprender, es el que sabe apreciar cuánto vale.

Y apesar del hambre y del dolor físico, esos séres que se amontonan allí sobre esa paja enmohecida por la humedad, buscan frecuentemente los deleites asquerosos de la concupiscencia!

Esta industria es el arte, llamado ayer oficio: es el hombre, llamado ayer siervo: es la fantasía y el sentimiento haciéndose amos de la materia, despojándola de sus girones asquerosos, purgándola de la nota de vil que ayer la afeaba. Pero no sólo es esto.

Palabra del Dia

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