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Actualizado: 3 de junio de 2025


Capitaneaba la segunda parte de la procesión el caballerizo mayor del rey, Nicolás de Faría, quien montaba un magnífico caballo con arreos cubiertos de oro y tachonados de perlas. Inmediatamente marchaban dos elefantes, en cuyas torres iban los presentes que el rey don Manuel enviaba al Papa.

Enorme baúl mundo guardaba, con sospechosa discreción, mil especies de arreos diversos, los unos antiguos, retocados o nuevos los otros, todo a medio hacer, revelando la súbita interrupción del trabajo por la presencia de testigos importunos.

, señor; justamente.... En Cebre he dejado la diligencia y me dieron esta caballería, que tiene unos arreos, que vaya todo por Dios.... El señor de la Lage, tan bueno, y con el humor aquél de siempre.... Hace reír a las piedras.... Y guapote, para su edad.... Estoy reparando que si fuese su señor papá de usted, no se le parecería más.... Las señoritas, muy bien, muy contentas y muy saludables.... Del señorito, que está en Segovia, buenas noticias.

Digo que á mi me tiene satisfecho, Y que á la execucion se venga presto De tan estraño y tan honroso hecho. Pues yo de mi intencion os diré el resto Despues que sea lo que digo hecho. Vamos á ser ministros todos luego De encender el ardiente y rico fuego. Nosotras desde aqui ya comenzamos A dar con voluntad nuestros arreos, Y á la vida las vuestras entregamos Como se han entregado los deseos.

Y don Fermín se despojó del chaquetón pardo, dejó el sombrero de anchas alas, desciñó el cinto negro, guardó todas estas prendas, más el cuchillo, en el armario y se vistió la sotana y el manteo, como una armadura. «, aquella era su loriga, aquéllos sus arreos». «Ahora mismo; voy a verle ahora mismo.

Al darle a tales coplas, cantadas, como suele decirse, a palo seco, sin compás ni ayuda de instrumento alguno, y sólo con la buena o mala compañía de su áspera garganta, hele ahí que asoma por alto de la senda un galán y sobremanera bizarro caballero, que siendo el mismo que la pasada noche se presentó en fiesta, todavía se ostentaba ahora con todos los arreos de galas, plumas y argentería convenientes a la gentileza y calidad de don Lope de Zúñiga.

Sólo dos bienes poseía: juventud y valor, y ambos los puso al servicio de la libertad, porque instintivamente le pareció buena aquella aspiración que tanto entusiasmo despertaba: vio alistarse como milicianos a sus compañeros de imprenta, les imitó, y de aquí el vistoso uniforme con leopoldina de plumero que parecía un gallo desmayado, el pecho lleno de trencillas y la corneta presa entre cordones rojos, con los cuales arreos rechazaba en formación o revista al más amigo gritando: «¡atrás paisanoSu indignación cuando Tirso le dijo: «¡quita de ahí, mamarrachofue espantosa; mas como Pateta no era malo, su propósito de venganza no pasó del deseo de jugarle una mala partida: no ambicionó causarle daño, sino rabia; no sería la suya venganza, sino truhanada.

Su tocado revela algunos restos de antigua grandeza y cierta rudeza de carácter. Suspendidos de un clavo están en una de las paredes los arreos militares: el casco, las placas doradas, el sable, las pistolas de reglamento, como indicando que aquel hombre hizo uso de ellas en algún tiempo, y que ahora está retirado del servicio. El lector habrá comprendido que este hombre es mi padre.

Hubiera sido hacer una injusticia al Rey el no confesar, modestia aparte, que con aquellos arreos hacía yo muy buena figura a caballo.

Casi todos los petimetres y la juventud florida en masa, lo mismo de la aristocracia que del alto comercio, se habían instalado en los diferentes cuerpos de voluntarios que en Febrero de 1810 se formaron; y como en tales cuerpos ha dominado siempre, por lo común, la vanidad de lucir uniformes y arreos de gran golpe de vista, aquello fue una bendición de Dios para el lucimiento de sastres y costureras, y los milicianos de Cádiz estaban que ni pintados.

Palabra del Dia

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