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Actualizado: 5 de junio de 2025


Aunque así sea. No iría nadie, o, mejor dicho, irían muchos; pero no a aprender el inglés, sino a hacerle a usted el amor. Ella quedó pensativa. ¿Y si me pusiera a coser y a hacer trajes para las señoras? ¿Pero sabe usted algo de eso? No, pero aprenderé. Quizá fuera práctico. Yo le ofrecí pagarle todo lo que necesitara, aunque dudaba mucho del éxito.

Las enseñanzas de la historia son letra muerta para muchos murmuró la abuela... Es curioso añadió, el ver cuántas personas inteligentes hay entre nosotros a quienes la historia no ha enseñado nada. ¡Aprender!... Esa es toda la filosofía de la vida, abuela querida... Pides demasiado. La abuela, sorprendida, me miró atentamente.

Halló a Marta en la cocina muy ocupada en heñir la masa de una empanada. ¿Y María, ma petite ménagère? Está en su cuarto arreglándose; no tardará en bajar. Si te molesto en tu trabajo, me voy; si no, me quedo. No me molestas, si te quitas un poco de la luz..., así...; ya estás bien. Corriente; me quedo para aprender a hacer..., ¿qué es lo que estás haciendo? Una empanada de jamón.

Desde que yo llegue a Madrid, por un lado rapando y por otro estudiando, he de aprender en dos meses toda la ciencia. Miá , ahora se me ha ocurrido que debo tirar para médico.... , médico, que echando una mano a este pulso, otra mano al otro, se llena de dinero el bolsillo.

El ardiente deseo de aprender invadió también al bello sexo, y en muchas cátedras de esas universidades se enseñaba también á las mujeres . Como prueba de que se cultivaban otros estudios á la vez que los clásicos, pueden servir en la historia el nombre de Mendoza, y el de Montalvo en la jurisprudencia; y para dar una idea de las obras innumerables de todo género que entonces se publicaron, baste decir que el arte de la imprenta no descansaba un momento, y que España contaba en el siglo XVI más prensas que ahora .

La verdad es que el pobre Mendoza no era de los más despiertos, pero no se podía negar que estudiaba y trataba de cumplir con su deber, y que solamente por capricho o por algún sentimiento menos digno, el cura se ensañaba con él. Miguel le compadecía de veras: si carecía de inteligencia para aprender y explicar bien las lecciones, la culpa no era suya.

Y la vemos entrar, muy abiertos los ojos, la faz idiotizada, pensando cuán inútil será toda defensa meditada. ¡Oh maldecida mano que llaman experiencia! ¡Qué caro cuesta el aprender tu ciencia! ................................... Y con estas palabras el telón vuelve lento a caer, sin que el público sepa lo que entre bastidores puede haber.

Para es un signo de que será bueno el que haya podido aprender tan ligero un aire religioso. Vamos, Aarón, paraos y cantadle vuestra canción a maese Marner, vamos. Aarón, por toda respuesta, se frotó la frente contra el hombro de su madre. ¡Oh! eso está mal dijo Dolly con suavidad . Hay que levantarse cuando mamá lo manda, y dadme un bizcocho para que os lo tenga, hasta que hayáis concluido.

Con este señuelo, tal vez, no pocos individuos acaudalados de naciones, que en Francia se tienen entre el vulgo por semi-bárbaras, vendrán á París, ya que no á estudiar en la Sorbona, á aprender pornografía en los colegios de la nueva Babilonia. No acuso yo á ningún autor francés de que lleve tal intención; pero la lectura de sus libros produce el mismo efecto que si la llevara.

Convencidos sin duda de esta importante verdad, puesto que los mismos hemos de ser, ni nos cansamos en leer, ni nos molestamos en escribir en este buen país en que vivimos. ¡Oh felicidad de haber penetrado la inutilidad del aprender y del saber! Mira aquel librero ricachón que cerca de tu casa tienes.

Palabra del Dia

trifulcas

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