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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Era ella, la verdadera, la única, la que inspira miedo y consuelo; la belleza triste que nunca se aja; la pálida señora del mundo; la beldad que llega puntual a la cita con su beso de olvido y de paz, con el supremo espasmo de la insensibilidad y el anonadamiento. Feli escuchaba a su novio con los ojos dilatados por el asombro, pugnando por entenderle.

A los ojos de Dios, que veria la realidad, la sucesion seria simplemente la existencia y la no existencia respectiva de los dos objetos; en cuanto á la criatura inteligente, diria que los dos mundos son inmediatos, si á la percepcion del último instante del mundo anonadado, hubiese seguido sin otra percepcion intermedia, la del nuevo mundo existente; y diria que hay distancia, si entre el anonadamiento, y la percepcion de la nueva creacion, hubiese experimentado varias percepciones.

Una vez creí haber encontrado esa alma semejante a la mía y le confié mi dicha. ¿Quién podría repetir el encanto de esas horas de embriaguez en que, recostado sobre el seno de Eulalia, respirando su aliento, atento al menor latido de su corazón y en que todas mis facultades se abismaban en una sola de sus miradas? ¡Y, no obstante, me ha engañado! y cuando, al estrecharla en los tristes abrazos de una larga despedida, le pedí el título de esposo, me lo concedió ante el padre de todo amor. ¿Qué derecho me ha arrebatado? ¿por qué me ha reducido a este estado de anonadamiento?

Y ahora ¡vive Dios! iba adquiriendo realidad la dichosa sinfonía de colores; ya no era una frase huera y sin sentido, porque todo parecía cantar, la vega y el Mediterráneo, los montes y el cielo. ¡Qué delicioso era el anonadamiento del poetilla, apoyado en la balaustrada, sintiendo en su rostro el fresco viento que tantas cabriolas hacía dar a las cometas de papel...! Allí estaba la sinfonía, una verdadera pieza clásica con su tema fundamental... y él percibía con los ojos el misterioso canto, como si la mirada y el oído hubiesen trocado sus maravillosas funciones.

Cuando soplaban el mistral o la tramontana con extremada violencia, situábame entre dos peñascos al borde del agua, en medio de las goletas, de los mirlos, de las golondrinas, y allí permanecía todo el día, en esa especie de estupor y delicioso anonadamiento que la contemplación del mar produce. ¿Verdad que conocen ustedes esa grata embriaguez del alma? No se piensa, ni se sueña.

Como si el enemigo hubiera oído ó adivinado las palabras del intrépido jefe, alzóse entonces en todo el valle y en las cumbres vecinas el grito de venganza y exterminio de aquella raza aguerrida, que llevaba siglos enteros de lucha con los árabes y que preparaba el anonadamiento de otro puñado de invasores, no menos odiados que los sectarios de Mahoma.

Batiste pensó en su pequeño, en el pobre Obispo, que ya habría muerto. Tal vez este sonido tan dulce era de los ángeles que habían bajado para llevárselo, y revoloteaban por la huerta no encontrando su pobre barraca. ¡Ay, si no quedasen los otros... los que necesitaban sus brazos para vivir!... El pobre hombre ansiaba su anonadamiento.

Conocía también ya que la señora de Aymaret tuvo aquella mañana y en hora inusitada cierta misteriosa entrevista con Beatriz; así, pues, relacionando estos tres incidentes y atando cabos, vino a caer en la cuenta de lo que pasaba, creyendo comprender que una parte de sus sospechas habíanse realizado, aunque sin poder discernir con claridad cuál había sido el resultado; era de entera evidencia para la señora de Montauron que su sobrino había dado un paso decisivo cerca de Beatriz... Pero, ¿con qué éxito?; lo ignoraba, y el averiguarlo era indispensable, por cuanto si el anonadamiento visible de su sobrino podía significar que había sufrido una negativa, pudiera argüir también que, hallándose al cabo por obra de Beatriz de la oposición y amenazas de su tía, meditaba el marqués sobre esos textos.

Pero como todo el amor que en él había era de doña Guiomar, y este amor, al ser combatido tan duramente y tan sin remedio por la desatentada conducta suya para con Margarita, hubiese llegado a la pasión que en nada se para, que a todo se arroja, cuando se hubo calmado aquel primer espanto y sorpresa, y el anonadamiento y vergüenza que le habían cogido, Cervantes se determinó a manifestar lo que en él pasaba a doña Guiomar, y viéndola toda entregada a aquel amor tan grande, que parecía no consentir igual sobre la tierra, prevalerse de él imaginó y lanzarla en el desvarío de la pasión, haciéndola olvidarse de toda virtud, de todo deber, de todo decoro, y compelerla a que con él se casase y a Margarita satisfaciese con dinero; y si esto no bastase, fuese lo que Dios quisiese de ella.

Ni la madre ni el amigo veían la expresión de desaliento y tristeza de Rafael cuando quedaba solo, encerrado en un cuarto en cuyos obscuros rincones seguía viendo aquellos ojos verdes y misteriosos de que había hablado a Leonora. ¿Volver a ella? Nunca. Duraba en él la vergüenza y el anonadamiento por lo de aquella mañana.

Palabra del Dia

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