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El señor de Morel, cubierto de sangre, hacía prodigios de valor, acudiendo á todas partes, animando y dirigiendo á sus soldados, seguido de cerca por Roger, que devolvía golpe por golpe, más ganoso de proteger á su señor que á mismo.

Una mañana, los tripulantes que limpiaban la cubierta hicieron pasar un grito de la proa á la popa. «¡El capitánLo veían aproximarse en un bote, y la voz se extendió por cámaras y corredores, dando nueva fuerza á los brazos, animando los rostros soñolientos. El segundo salió á la cubierta y Caragòl sacó la cabeza por la puerta de la cocina.

Se cuenta de algún pintor que se hizo bandido y asesino para estudiar bien como mueren violentamente los hombres; de cirujanos y naturalistas que, a fin de profundizar los misterios del vivir y del morir, cometieron crueles anatomías y disecciones en personas vivas; y aún del médico Vesalius que, aprovechándose de su valimiento y privanza con el Sultán Amurates, lograba que a menudo cortasen cabezas humanas delante de él para enterarse a fondo de la contracción de los músculos, de los rápidos estertores de la agonía y en cierto modo de cómo se desprende el principio vital del cuerpo que está animando.

Menos tardaron los nuestros en echarlos abajo, peleando animosamente, hiriendo y matando en los enemigos, haciendo lo mismo todas las veces que porfiaron á subir. D. Alvaro anduvo este día como muy buen caballero, haciendo lo que debía, así á buen General como á buen soldado, con un crucifijo en las manos, animando á todos, mostrándole el Capitán en cuyo nombre combatían.

Todo en la tierra, en estos tiempos negros, tiende a rebajar el alma, todo, libros y cuadros, negocios y afectos, ¡aun en nuestros países azules! Conviene tener siempre delante de los ojos, alrededor, ornando las paredes, animando los rincones donde se refugia la sombra, objetos bellos, que la coloreen y la disipen.

El Duque, terminado el monólogo arqueológico, había trabado conversación con Venturita, con ese admirable instinto que poseen los orgullosos para comprender a quién fascinan y a quién no. Y su plática se fué animando poco a poco.

Velázquez alzó los hombros y le respondió con el mismo desenfado. El vino hizo al cabo su tarea. Poco á poco los rostros se fueron animando y las lenguas se desataron, produciendo un gracioso oleaje de chistes y agudezas. Quien hizo mayor gasto, como siempre, fué Antoñico. Estaba más flaco que antes y descolorido; apenas comía. Sus amigos le embromaban por esta falta de apetito.

A despecho de Océanos y desiertos, de hambre y peste, de espías y leyes penales, de calabozos y torturas y de los más espantosos suplicios, los jesuítas penetraban, bajo cualquier disfraz, en todos los países; como maestros, como médicos y como siervos; arguyendo, instruyendo, consolando, cautivando los corazones de la juventud, animando el valor de los tímidos, presentando el Crucifijo ante los ojos del moribundo.

Vamos, hombre, no se ruborice usted. ¿Le trae a usted dislocado alguna sevillana? Pues adelante... Eso les pasa a todos los que llegan. Después de negar por fórmula dos o tres veces, le manifesté, primero con frases ambiguas, después, según me iba animando, con toda claridad, el negocio que a Sevilla me traía.

Al frente de una tropa de más de cuarenta, entre los que se distinguían Tiburcio dando cuchilladas y Fray Juan de Santarén animando a los combatientes con oraciones fervorosas, Morsamor hizo atroz carnicería en los musulmanes y gentiles de Chaul, que pronto abandonaron el campo y huyeron despavoridos refugiándose en la ciudad.